La Medicina moderna ha progresado mucho en su empeño por cambiar el enfoque tradicional respecto al paciente, del estrictamente fisiológico, a uno que tiene más en cuenta los factores mentales. Sin duda, hoy en día, la conexión mente-cuerpo ha ganado la atención de muchos médicos e investigadores.
¿Qué pensamientos acepta?
Un médico de renombre que ha estado observando los efectos nocivos del temor en el estado de los pacientes, es el Dr. Martin P. Solomon, quien ejerce y enseña medicina en Boston, Massachusetts. En su libro “Don't Worry, Be Healthy” [No te preocupes, sé sano], relata casos de pacientes que temían lo peor, y comenta el efecto negativo que esto tuvo en su comportamiento, energía, libertad y salud. A lo largo de sus más de veinte años de práctica médica, el Dr. Solomon ha observado que muchas personas tienen mucho temor de que, a pesar de todos sus esfuerzos por mantenerse sanas, puedan llegar a tener alguna terrible enfermedad. Él piensa que este temor a la enfermedad lo causan los diarios, los programas sobre la salud que se ven en televisión, los boletines médicos y los programas de entrevistas en los que se insinúa que aunque uno se sienta perfectamente bien, puede haber al acecho algún peligro para la salud donde menos se lo espere.
Hace más de un siglo, Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Christian ScienceCiencia y Salud, pág. 371. analizó en qué medida el temor, o cualquier estado mental, afecta la vida de una persona. Ella se dio cuenta de que, para prevenir el temor y sus efectos en el cuerpo, es importante vigilar muy de cerca la información que aceptamos en el pensamiento. “Las disquisiciones acerca de enfermedades tienen un efecto mental similar al que experimentan los niños al relatarles cuentos de fantasmas en la oscuridad”, escribe ella en Ciencia y Salud. Luego continúa explicando: “Así como los niños atemorizados buscan por todas partes al fantasma imaginario, la enferma humanidad ve peligros en todas direcciones y busca alivio por todos los medios menos por el correcto”.Ibid., pág. 411.
Ella percibió que el temor a la enfermedad y al sufrimiento, además de la ignorancia y la creencia de que estamos separados de Dios, es un factor fundamental en el desarrollo de la enfermedad. En Ciencia y Salud, donde la Sra. Eddy explica su método para sanar la enfermedad, método que ella ya había demostrado, incluye esta declaración revolucionaria: “Si lográis eliminar el temor por completo, vuestro paciente queda sano”. 2 Timoteo 1:7.
Aquí es donde la perspicacia de la autora, basada en sus años de experiencia en la curación, así como en el estudio de las obras sanadoras de Cristo Jesús, dio un paso más allá en el conocimiento actual de la relación mente-cuerpo. La Sra. Eddy descubrió que el cuerpo humano manifiesta lo que la mente humana piensa, no sólo en algunos casos, sino siempre.
La Sra. Eddy descubrió que la enfermedad es una experiencia mental subjetiva, y que por lo tanto, la manera más eficaz de tratarla es mental y espiritualmente. Por medio de la oración y la comprensión espiritual de la bondad y perfección de Dios, se destruye el temor, se restaura la armonía, y se sana tanto la mente como el cuerpo.
Detrás de todo temor subyace la ignorancia de esta verdad espiritual de la existencia. Cuando esta ignorancia es corregida por medio de la percepción y comprensión espiritual de la totalidad de Dios y de Su ley que gobierna y mantiene la armonía, entonces se reconoce que lo que parecía una amenaza para nuestra salud, no tiene poder y es irreal, y ya no nos sentimos atemorizados. Cuando el temor es eliminado, cualquier discordia que éste haya producido desaparece con él. Esto ha sido demostrado, una y otra vez, en la vida de muchos miles de personas que buscan espiritualidad, quienes, por medio de sus oraciones, han sentido que la bondad, el poder y el amor de Dios erradicó sus temores. En consecuencia, sanaron de sus enfermedades.
A pesar de lo extraordinario que es este método espiritual para sanar, limitamos enormemente su alcance si lo restringimos exclusivamente a la curación, y pensamos: “Aquí hay algo que puedo usar si me enfermo”. Comprender que Dios es el Amor divino, omnipresente y omnipotente, y que la imagen de Dios, o sea nuestro verdadero ser, está eternamente rodeado y cuidado por ese Amor, es una medida preventiva muy eficaz. Si mantenemos en nuestro pensamiento el amor y el cuidado que Dios nos da, la noción de que estamos propensos a enfermarnos debido a alguna influencia dañina, pierde su poder para atemorizarnos o gobernarnos. Cuando percibimos lo que verdaderamente gobierna nuestro ser y mantiene nuestra armonía, podemos arrancar de raíz el temor, que quizá ni siquiera hayamos detectado, de que en cualquier momento nuestra salud pueda estar en peligro. Estas inspiradoras palabras de Pablo nos recuerdan que “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.3
En la actualidad hay signos alentadores de que la sociedad está empezando a captar el significado de la relación mente-cuerpo. A pesar de que estamos bombardeados con “disquisiciones acerca de enfermedades”, hay quienes reconocen el impacto perjudicial que éstas tienen en la salud; y éste es un paso importante de progreso. Están descubriendo que por su propio bien deben analizar lo que piensan, ven y leen.
Cuando la gente empieza a prestar más atención a la relación más importante que existe, o sea, su inquebrantable relación con Dios, se da cuenta del poder y el efecto sanador que se alcanza cuando espiritualizamos el pensamiento. Entonces, se verá que no hay nada que tenga más alcance y sea más eficaz para eliminar el temor a la enfermedad, y la enfermedad misma, que nuestra relación con Dios.