Cuando criamos a nuestros tres hijos, resolvimos todos los desafíos que enfrentábamos, como bajos ingresos, problemas de relación y enfermedades, por medio de lo que comprendíamos de la Christian Science.
En marzo de 1998, me caí y parecía que me había roto un hueso de la pierna; no podía estar de pie ni caminar. No obstante tuve la certeza de que Dios me sanaría, por lo que no me saqué radiografías para saber cómo o dónde se había roto el hueso.
Comprendí que, en realidad, todo mi ser es espiritual, y oré constantemente con las ideas contenidas en Ciencia y Salud, en especial la respuesta a la pregunta “¿Qué es el hombre?” Al principio dice: “El hombre no es materia; no está constituido de cerebro, sangre, huesos y otros elementos materiales. Las Escrituras nos informan que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios” (pág. 475).
Un practicista de la Christian Science oró por mí, alejó mi pensamiento del accidente y lo dirigió a la verdad del hombre perfecto, creado a imagen y semejanza de Dios, libre y que nunca ha caído.
Desde el incidente no podía dejar de pensar que en dos semanas tenía un compromiso muy importante: iba a ser oradora en una reunión sobre el poder sanador de la Christian Science, que se iba a realizar en otra ciudad.
El temor y la inflamación fueron cediendo día a día, conforme me esforzaba por apoyarme en la omnipotencia de Dios, y no en las muletas materiales.
Hice diferentes arreglos para mi viaje para que me fuera más fácil cumplir con esa responsabilidad. Una amiga amorosamente me invitó a quedarme en su casa. En un momento dado tuve la certeza total de que Dios tenía el pleno control y que yo podría cumplir con mi compromiso, a pesar de que aún necesitaba las muletas para andar.
La noche anterior a la reunión, cuando me fui a acostar, me vino la idea de caminar alrededor de la cama sin ayuda, y así lo hice. Por la mañana, pude caminar por mi propia cuenta hasta el estrado; la libertad completa vino suave y fácilmente.
Pocos meses después me caí otra vez, y oí un fuerte chasquido en el mismo lugar de la pierna. Otra vez no podía caminar ni estar de pie.
Pedí tratamiento en la Christian Science, porque sabía que era eficaz. Sin embargo, esa noche en la cama me sentí vulnerable y llena de autocondena. El dolor era intenso, pero recurrí a Dios orando profunda y humildemente, y sentí cómo el dolor se desvanecía. Ya no hubo dolor ni inflamación ni malestar; estaba liberada del temor. La curación física se produjo rápidamente, y en pocos días ya estaba caminando nuevamente. Esta curación fue tan completa, que no recuerdo cuál fue la pierna que se lastimó.
La Christian Science es una forma de vida para mí, que muestra el completo cuidado que Dios nos brinda bajo toda circunstancia.
West Bridgford, Nottingham
Inglaterra