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Yo no estaba solo

Del número de enero de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un día fui con mi familia a la casa de mis primos. Hacía poco que vivían allí, es una casa nueva en un barrio que no conozco. Entonces decidimos con mis primos y hermanos andar todos juntos en bicicleta. Era un hermoso día. A mí me tocó ir solo en una bici. Nos preparamos y salimos. Los padres se quedaron tomando mate en la casa.

Anduvimos siempre juntos, paseando y riéndonos. Cuando decidimos volver, me atrasé porque pasé por un charco con barro y me patinaba, por eso no pude salir enseguida. Cuando por fin logré ponerme en camino, los demás ya no estaban. Siguieron andando sin darse cuenta de que yo no estaba con ellos, y como mi rodado era chico no pude apurarme.

Me asusté mucho. No conocía el lugar y no podía orientarme. Empecé a andar, pero peor, me estaba alejando. No conocía nada.

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