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Supera el dolor y problemas académicos

Del número de enero de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un día sentí un dolor terrible en la pierna izquierda y noté que su apariencia no era normal. De inmediato declaré que no hay dolor en la Verdad, por lo tanto, no podía haber verdad en el dolor, y por esa misma razón mi pierna no podía estar dolorida. Después de dos horas de afirmar estas verdades y aferrarme a ellas, el dolor desapareció y cuando miré la pierna nuevamente la misma estaba normal. Me sentí muy agradecida por esta curación tan rápida.

Desde que era jovencita, quise ser periodista, pero por alguna razón, en mi vida tan larga y ocupada, nunca había tenido el tiempo de hacerlo. Entonces, a fines del año pasado, decidí inscribirme en una universidad. Durante los siguientes cinco meses, asistí a clase todos los sábados por la mañana. Fue una experiencia de lo más interesante y aprendí muchísimo.

Al devolvernos nuestra primera tarea, la profesora me dijo que le leyera mi artículo a la clase. Así lo hice, y observé que al final ella había escrito: “Felicitaciones. 87 por ciento. El artículo está muy bien escrito”.

No obstante, el curso después me resultó muy difícil. Empecé a pensar que las posibilidades que tenía de aprobar el último examen eran muy remotas. Decidí no decirle a nadie de mi examen, ni siquiera a mis hijos, por las dudas de que no aprobara. Había pagado el curso por adelantado y era muy costoso, por lo que sentí que debía continuar haciendo mi mejor esfuerzo.

Todo ese tiempo, yo había estado pensando que reflejaba la inteligencia de Dios, y que podía absorber y recordar todo lo que se me enseñaba. La Lección Bíblica de esa semana decía que la memoria y el estar alerta son cualidades de la Mente divina. Reclamé mi relación inquebrantable con Dios, sabiendo que como hija de Dios, yo reflejaba esas cualidades.

También insistí que la edad y la falta de una educación normal no tenía que afectar de ningún modo la situación porque yo era la hija perfecta de Dios. Aprobé el examen.

No se imaginan lo agradecida que estoy a la Christian Science. Nunca podría haberlo logrado sin la ayuda de Dios.



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