Muchas veces hay circunstancias en las que el comportamiento de amigos o familiares nos hace sentir descorazonados. Pero, si hemos de seguir hacia adelante en la vida, vemos que se hace imperativo superar los sentimientos heridos y perdonar.
Cristo Jesús expresa claramente las condiciones del perdón cuando en el Padre Nuestro dice: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Mateo 6:12. Esto nos habla de un perdón total, que ha de llegar a todos los rincones de nuestro pensamiento. Y este tipo de perdón puede brindarnos verdadera felicidad.
Pero hay ocasiones en que creemos haber perdonado a alguien en algún episodio o circunstancia en nuestra vida y, no obstante, cada vez que recordamos la situación nos sentimos heridos. Y así, preferimos olvidar, hacer “borrón y cuenta nueva”, aunque en el fondo de nuestro pensamiento tal vez quede algún residuo, algún resentimiento, enojo, crítica o condena, que impida una limpieza profunda y liberadora de nuestra conciencia.
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