Desde hace tiempo, la gente de color y otras minorías raciales de los Estados Unidos han sido a veces hostigados por la policía por el simple hecho de hallarse en barrios de personas de raza blanca y más adineradas. Si bien la mayoría de nosotros no tiene autoridad para arrestar a nadie, quizás también cometamos un error similar al juzgar a la gente negativamente debido al color de su piel.
“Amar a nuestro prójimo” significa amar las cualidades de Dios que nuestro prójimo expresa.
La Biblia nos dice al respecto: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”. Juan 7:24.
¿Cómo podemos lograr esto? Podemos comenzar viéndonos a nosotros mismos y a los demás como Dios nos ve. Dios es el Padre-Madre de todos. Nosotros somos Sus hijos, y Dios nos ama total e imparcialmente. Y puesto que Dios es nuestro Padre, todos somos hermanos y hermanas y pertenecemos a la misma familia.
Ciencia y Salud se refiere a los efectos beneficiosos de tener un solo Padre, Dios, al afirmar que reconocer esa verdad une a todos los hombres y a las naciones, y trae justicia, igualdad y libertad para todos.Ciencia y Salud, pág. 340.
¿Qué se necesita para alcanzar la promesa de ese extraordinario mensaje? Creo que la respuesta es obedecer — es decir, vivir — los dos grandes mandamientos de Jesús. El nos pidió que amáramos a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Véase Mateo 22:35–40. Quizás el primero de sus mandamientos parezca razonable. Es sencillo amar a Dios, que es Amor. Pero, ¿cómo amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, cuando no es como nosotros?
Hace algunos años, cuando prestaba servicio en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, tuve que encontrar la manera de hacerlo. Durante el entrenamiento, me tocó compartir la habitación con una persona de raza negra. Durante los primeros días, apenas nos hablábamos. Eso era lo que se hacía entonces. Pero yo comencé a orar para ver que por ser hijos de Dios, éramos hermanos. Yo sabía que Dios nos amaba a los dos por igual. Pronto me di cuenta de que mi compañero expresaba a Dios porque era honesto, ordenado y bueno. Yo también estaba tratando de serlo. Así que me fue fácil amar las cualidades que él tenía, y saber que él podía apreciarlas en mí.
Un día, durante una inspección, un sargento lo reprendió porque algunas de sus prendas blancas se habían teñido de azul, por haber mezclado ropa oscura con ropa clara en el lavarropas. Yo sabía muy bien cómo lavar la ropa, de modo que le ofrecí ayudarlo. Él, a su vez, dijo que tendería mi cama, que nunca pasaba la inspección, en tanto que la suya sí lo hacía.
Muy pronto nos hicimos amigos, porque nos apreciábamos mutuamente. Un día me contó que en la secundaria, unos muchachos blancos de la escuela lo golpeaban con frecuencia, y agregó que yo era la primera persona de raza blanca que era amable con él.
Una noche, uno de sus amigos de raza negra puso crema de afeitar en mi armario, justo antes de la inspección. Cuando el sargento vio aquello, me reprendió. Después de la inspección, el responsable se jactó de ello en presencia de algunos de sus amigos de raza negra. Entonces mi compañero le dijo que yo era su amigo y hermano, y le pidió que no me volviera a molestar (¡y jamás volvió a hacerlo!).
Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos no significa amar tan sólo al prójimo que es como nosotros. Significa amarlo porque refleja a Dios, así como nosotros lo hacemos. Todos podemos lograrlo.