Conocí la Christian Science a través de El Heraldo de la Christian Science. La definición que la Sra. Eddy da de "Hombre" en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 475), me pareció estupenda. Nunca había leído nada igual. Me asombró saber que nuestra identidad es espiritual y perfecta y comencé a sentirme más cerca de Dios, al aprender que soy Su semejanza.
A medida que leía mi comportamiento comenzó a cambiar. En esa época, fumaba tres paquetes de cigarrillos por día. Había tratado de dejar de fumar varias veces, infructuosamente. De pronto, sin darme cuenta, comencé a sentir que los cigarrillos tenían un gusto horrible. Dos meses después, comprendí que esa aversión era resultado del cambio que se estaba produciendo en mi pensamiento.
Un año más tarde, compré mi propio ejemplar de Ciencia y Salud. Desde entonces he estado poniendo en práctica lo que aprendo de la Christian Science en cada aspecto de mi vida. He comprendido que muchas de nuestras dolencias físicas se deben a nuestra manera equivocada de pensar.
Hace diez años, comencé a sentir dolor en el cuello y en uno de los brazos. Un día estando en la oficina, mi cuerpo como que se trabó y no podía moverme. Mis compañeros de trabajo se asustaron y me llevaron a una clínica ortopédica. Yo también estaba asustada y tenía mucho dolor. El médico dijo que antes de que me tomaran rayos X debía descansar, y luego me envió a mi casa en una ambulancia.
Cuando llegué a casa, llamé a una practicista de la Christian Science y le pedí que orara por mí. Ella me pidió que pensara en el siguiente pasaje de lsaías (40:4): "Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane". Memoricé ése y otros pasajes con gran dificultad, porque tenía que permanecer acostada de espaldas, sin almohada, lo que prácticamente me impedía leer.
Después de una semana de reposo absoluto, me realizaron una serie completa de exámenes para saber cuál era el problema. Los resultados determinaron que tenía una hernia de disco, y que los huesos de la espalda estaban ejerciendo presión sobre la columna. El médico me dijo que tendría que someterme a una operación, pero yo preferí volver a la cama a descansar.
Comencé a pensar más en el versículo de lsaías que mencioné antes. Tenía que allanar los collados de la voluntad humana y los profundos valles del egoísmo. Al continuar orando, me resultó particularmente útil el siguiente pasaje de Ciencia y Salud: "La Ciencia Cristiana trae al cuerpo la luz solar de la Verdad, que vigoriza y purifica. La Ciencia Cristiana obra como un alterante, neutralizando el error con la Verdad. Cambia las secreciones, expulsa humores, disuelve tumores, relaja músculos rígidos y restablece la salud a huesos cariados" (pág. 162).
Cuando volví a ver al médico 20 días después, mi intención era poner fin a mi licencia médica y volver al trabajo. La intención del médico era fijar fecha para la operación. No obstante, ambos nos sentimos muy felices porque me movía con mayor facilidad. Me dio unos días más de licencia y decidió que volviera a trabajar la semana siguiente. No me volvieron a tomar rayos X, puesto que la curación era evidente. Recibí tratamiento mediante la oración durante un mes. Mi curación ha sido completa y permanente.
São Paulo, Brasil