Queridos amigos:
Veo con gozo los frutos del amor que sentí al escribirles hace unos meses, agradeciéndoles el Heraldo; ¡y lo han publicado! No saben qué sorpresa me dieron cuando vi mis palabras impresas, las cuales coinciden con los comentarios de una chica brasileña. ¡Muchas gracias por tomarnos en cuenta!
El número de abril fue la respuesta que tanto había estado anhelando. Al leer el artículo titulado “Usted puede vencer el temor”, tenía apenas 10 minutos de haber hablado con Dios, pidiéndole dirección para hacer desaparecer los temores que me habían estado acosando. De pronto mi mamá llegó a mi cuarto para regalarme El Heraldo de la Christian Science, y la ayuda inmediata estaba ahí.
Al leer este artículo me di cuenta de que los temores deben desaparecer por completo de nuestra vida, y esto es posible si nos acercamos a Dios mediante la oración.
Por lo tanto, ¿cuál es poder que nos ayuda? Es conocer y comprender a Dios como el único creador de la armonía, la libertad de toda angustia y pacificador en toda batalla. Su Verdad absoluta siempre triunfa sobre cualquier temor, y si negamos realidad a su procedencia y admitimos con nuestro corazón el gobierno del Amor divino en nuestra vida, un gobierno capaz de reconfortarnos y abrazarnos, estamos reconociendo este amor que llena todo espacio y ya no hay lugar alguno para el temor.
Ahora estoy convencida de que Dios sí responde a toda necesidad humana y lo hará siempre. El Heraldo es una forma de comunicarse con nosotros, como lo fue conmigo, por lo que invito a todos los jóvenes a que lean las maravillosas ideas que comparte el Heraldo con la humanidad; que lo lleven a donde vayan y lo compartan con sus amigos y conocidos, ellos les estarán agradecidos por su generosa aportación desde el momento en que encuentren una idea que los reconforte y alegre su día.
Con cariño, su amiga,
México, D.F., México
Acababa de llegar de pase, pues estoy haciendo el servicio militar, y al revisar la correspondencia estaba ahí una caja pequeña, y dentro tenía el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Como por radio escuché en el Heraldo sobre las maravillas de este libro, donde tantas entusiasmo y regocijo, decidí leerlo.
Por esos días me aquejaba de los calcañares de ambos pies. La piel en estas partes se me cuarteaba y sangraba mucho (por ese motivo me dieron el pase). Y sin darme cuenta a medida que leía y releía el capítulo “La Oración” que, confieso, no entendí al principio, las heridas dejaron de sangrar, se cerraron y cicatrizaron; parecían heridas sanadas de hace mucho tiempo. También mi mente y mis ideas son más claras y precisas. Me siento ahora más seguro y ligero de espíritu.
Cuando regresé a la unidad, a un camarada le dolía mucho la boca, parecía tener un diente enfermo y sus labios estaban hinchados; oré al Señor por él. Luego le dije; “¿Quieres que te lea algo de este libro? Y afirmó con la cabeza. Le leí hasta que se quedó dormido. Pensé que se habría aburrido y por eso se durmió. Pero, amigos, qué sorpresa para mí, cuando despertó y fue en busca de mí me percaté de que sus labios estaban normales y su semblante alegre. Y me dijo: “Cuando leías, mis ojos se cerraron, pero te seguía escuchando, y sentí un gran alivio. Mira, ya no tengo nada. Gracias Miguel, sin duda lo que has hecho ha sido bueno”. Rápidamente me di cuenta de que el Señor había tocado su corazón. Esto me hizo más fuerte en la fe pues fue mi primer paciente que sané con ayuda del Señor, aunque casi sin darme cuenta.
Diariamente leo Ciencia y Salud, pues muchos lo necesitan y me siento comprometido a enseñar esa luz clara a todos los interesados que pueda yo ayudar.
Gracias a ustedes por esta ayuda que me han dado.
¡Que el Señor los bendiga, es mi más ferviente oración!
de un lugar en el Caribe