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Protegidos ante la violencia

Del número de febrero de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Oré por todos

vive en Angola, país que desde hace décadas está en guerra civil. En 1994, el Gobierno y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) firmaron un acuerdo de paz. No obstante, los combates se reanudaron en 1998. A continuación, Antonio nos cuenta lo que sucedió cuando el edificio en que vivía se transformó en un campo de batalla.

En 1992, tuvimos una batalla en Luanda, capital de Angola, que duró tres días, y desembocó en combates incluso entre los edificios. Si bien la situación era muy grave, yo sabía que nuestra única defensa era confiar en Dios.

Puesto que vivíamos en un hotel y mi esposa estaba en Kinshasa, Congo, puse a mis hijos en el baño (que no tiene ventanas) para protegerlos, y me fui a mi escritorio.

Tomé la Biblia y Ciencia y Salud y comencé a orar. En el Salmo 91, leí: “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro”. Me resultó interesante comprender que estábamos bajo las alas de Dios. Nada malo podía ocurrirnos, porque Dios es luz, y la luz y la oscuridad no pueden coexistir. Esas ideas inspiradas me dieron confianza.

Durante los tres días que duró la batalla, continué orando. Si bien hubo disparos de armas de fuego contra los edificios cercanos, ni el hotel ni mi auto resultaron dañados, y toda la familia estuvo protegida. Deseo subrayar que oré por todos, porque todos tenemos un solo Dios y todos somos hijos de Dios. El reconocimiento de la presencia de la Mente única nos une a todos. Combatir no es un hecho normal para los hijos que Dios creó, porque Dios nos creó perfectos. Él no hizo los combates, ni la desarmonía, ni nada malo. Oré por todos, incluso por los combatientes.

La gente comenzó a reunirse en el hall del hotel, frente a mi apartamento, en busca de refugio. Allí encontraron protección. Estoy seguro de que se debió tanto a mi propia oración como a la de otras personas.

Al escuchar la batalla supe que Dios era nuestra única protección.

Debemos amar, porque el amor es el solvente que disuelve el odio. Dios es Amor, y llena todo el espacio. Él todo lo sabe, todo lo ve, es todo amor. Dios ama sólo el bien, no el mal. La batalla actual no es la batalla de los estadounidenses, ni de personas de otras nacionalidades. Es la batalla de Dios, y debemos confiar con firmeza en que la misma ya está ganada en favor del Amor.

Prueba de la presencia de Dios

, de Belfast, Irlanda del Norte, estaba en Estados Unidos durante los ataques terroristas contra Nueva York y Washington. A continuación, ella comparte algunas ideas basadas en su experiencia de vivir en un país en el que el terrorismo ha sido una amenaza constante durante muchos años.

Cuando nos enfrentamos a tragedias de este tipo, nos sentimos prisioneros, agredidos, ofendidos. Y cuando nos enojamos, nuestra reacción inicial es tomar represalias. Pensando en los recientes ataques contra Estados Unidos, me pregunté: “¿Qué hubiera hecho Jesús?” y “¿Qué hizo Jesús?”

Expresó compasión. La compasión es mejor que la lástima, porque cuando sentimos lástima por alguien, estamos en el mismo estado mental que la persona que está en problemas. En cambio, con la compasión podemos decir: “Lamento lo que te ha sucedido, pero puedo hacer algo para ayudarte”. En lsaías 40:1 leemos: “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios”. Me parece interesante señalar que la palabra “consolar” en inglés, “to comfort”, procede del latín, cum forte, y significa “con fuerza”.

Jesús siempre enfrentaba toda situación con amor. Cuando vinieron a buscarlo para crucificarlo, su discípulo Pedro sacó la espada y le cortó una oreja a uno de los soldados. Pero Jesús, siempre atento para curar, lo sanó de inmediato.

Creo que es importante saber que el Amor puede satisfacer toda necesidad humana. Cada uno de nosotros puede contribuir a sanar su propio ámbito y por ende el mundo‚ teniendo para con nuestro prójimo gestos de amor‚ por pequeños que parezcan.

Hace algunos años, cuando vivía en Belfast, explotó una bomba muy potente frente a la Sala de Lectura de la Christian Science de nuestra iglesia. El frente de la Sala de Lectura tiene ventanas grandes y se nos pidió a algunos miembros de la iglesia que ayudáramos a barrer la gran cantidad de vidrios rotos.

Mientras lo hacíamos y hablábamos sobre las reparaciones que serían necesarias, vino una persona que vivía cerca y nos ofreció una taza de té a cada uno. Ese pequeño gesto significó mucho para mí. Fue un símbolo de la presencia de Dios y me hizo ver que estábamos todos trabajando juntos. En lugar de sentir lástima, aquella persona nos hizo ver que estábamos unidos en amor.

Cuanto más apartemos nuestros pensamientos del odio o la venganza, más pronto sanaremos la situación actual. Creo que ésta es la respuesta que el mundo está buscando,porque la venganza jamás puede mejorar las cosas. Mary Baker Eddy escribió en Ciencia y Salud: “...la opresión no terminó a causa del derramamiento de sangre, ni salió el soplo de la libertad de la boca del cañón. El Amor es el libertador”.Ciencia y Salud, pág. 225.

Recuerdo que Nelson Mandela dijo una vez que tenía muchas cosas que hacer y que, por lo tanto, no tenía tiempo para la venganza. En mi pequeño país, hubo una vez un terrible atentado en Enniskillen, en el que varias personas murieron. En una actitud extraordinaria, Gordon Wilson, el padre de una muchacha que murió en el incidente, dijo que no sentía odio por los culpables. Su mensaje ha sido motivo de reflexión y una constante inspiración para todos durante muchos años. Creo que ése el mensaje que necesitamos hoy, por más difícil que parezca aceptarlo.

Unos delincuentes pierden su botín

vive en la República Democrática del Congo, en África. Desde 1994, su país, antes llamado Zaire, ha sido azotado por la guerra civil y las luchas étnicas, causadas por el masivo flujo de refugiados que llegó como consecuencia de los combates en las naciones vecinas. Aunque se firmó un alto al fuego en 1999, siguen las escaramuzas. A continuación, narra una experiencia y comparte algunas ideas respecto a los ataques contra el World Trade Center.

Una noche, un grupo de delincuentes llegó a la esquina de la calle en la que vivo y comenzó a atacar a una de mis vecinas, que es una mujer de negocios. Al despertarme debido al ruido, tomé la Biblia y comencé a orar con las ideas del Salmo 91, incluyendo a todos en mi oración, sabiendo que todos éramos hijos de Dios (no sólo los miembros de mi familia y yo, sino también mi vecina y hasta los delincuentes, que parecían estar gobernados por el odio, y creían que podían obtener el bien robando).

Disparé al aire, y los delincuentes salieron huyendo.

En la casa sólo estábamos mi cuñada y yo, y mientras yo oraba, ella vino a mi habitación. La consolé diciéndole que Dios estaba gobernando la situación y que no tuviera miedo, porque sólo el Amor estaba presente.

Al orar con las ideas del Padre Nuestro y el Salmo 91, recordé que tenía un arma en la casa y le pedí a mi cuñada que me la diera. El arma tenía dos partes y aunque yo nunca la había usado, me di cuenta de que la tenía que ensamblar.

Intenté hacerlo una y otra vez, pero sin éxito, por lo que volví mis pensamientos a Dios, diciendo de todo corazón: “Oh, Dios mío”. Entonces vi cómo ensamblar el arma.

Salí a la calle, en dirección a la pared que dividía las dos parcelas de tierra y disparé al aire. Al oír los disparos, los ladrones huyeron en dirección al río, donde comenzaron a ver cómo repartirse el botín.

Por entonces, había salido el sol. Cuando los delincuentes vieron venir un auto, se asustaron y huyeron, abandonando los objetos que habían robado. El conductor del auto entregó todo a la policía, por lo que mi vecina recuperó lo que había perdido. Me sentí muy agradecido por el resultado de mi oración.

Durante ese tiempo, no tuve temor ni deseos de tomar represalias. Cuando ocurre una situación de este tipo, creo que lo primero que tenemos que hacer es identificar al verdadero enemigo. Para mí, el enemigo no es una persona sino la creencia en el temor y el odio, y en que podemos obtener algo bueno robando.

En otra ocasión, me vino la idea de orar para saber que el hombre no puede estar separado de porque si Dios es el poder infinito y omnipotente, nadie lo puede separar de Dios. En algunas ocasiones he sentido temor, pero he aprendido a no dejarme paralizar por él, y aun entonces puedo dejar que mi oración me guíe.

Esto es cierto para todos. Al oír las noticias sobre el ataque contra las torres gemelas, escuché a un periodista decir que el único propósito de ese tipo de agresión es hacer que la gente pierda confianza en su gobierno. Si aceptáramos estas experiencias como podríamos llegar a creer que nosotros o nuestros seres queridos estamos separados de Dios. Pase lo que pase, lo importante es saber que el Amor siempre está gobernando. El Amor todavía está allí, cuidando de nosotros y de nuestros seres queridos, incluso si éstos están desaparecidos o han muerto.

Desde niño aprendí que el hombre nunca muere. Aun cuando no podamos ver a las personas que han fallecido, estamos conscientes del amor que expresaban y del amor que les profesamos. Dios es realmente el Principio del amor, y nadie puede separarnos del amor que esos seres queridos nos tuvieron.

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