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Dolencia sanada

Del número de febrero de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Poco tuve un dolor de cabeza acompañado de mareos, que me hacía sentir muy mal y no me permitía trabajar normalmente. Comencé a orar para saber que esta condición no era parte de mi verdadero ser, ya que la expresión espiritual de Dios no puede ser discordante en ningún aspecto. Pero en lugar de continuar orando, permití que mi trabajo absorbiera mi pensamiento y no me mejoré.

A la media hora decidí dejar de trabajar y ponerme a orar. Aparté mi pensamiento de la situación y recurrí completamente a Dios. Yo sabía que Dios lo ha creado todo a Su semejanza — armonioso y eterno — y que en su creación no hay discordia. Puesto que Dios es el único creador, la discordia, el dolor de cabeza y las náuseas, no pueden ser reales. Momentos después, el malestar desapareció por completo y me sentí totalmente aliviado. Una vez más volví mi pensamiento a Dios, nuestro Padre, esta vez para expresar gratitud por esta curación.

Al continuar expresando Su amor omnipresente, me di cuenta de que Dios, el creador de todos, ciertamente no creó ni la enfermedad ni la materia. Este hecho nos da derecho a ser naturalmente libres de todo tipo de dolencia y discordia, que proceden de la creencia de que el hombre es material. Doy gracias a Dios, que nos hizo y mantiene perfectos.

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