La Oración siempre me ayudó a reafirmarme en la seguridad de que Dios, el Amor divino, me ama y cuida de mí y de todos. Esto trajo consigo que hasta el miedo a la pobreza comenzara a desvanecerse.
Hace unos años, después de quedar viuda, pasé por una fuerte crisis económica. La pensión que me asignaron al fallecer mi esposo era muy baja. Mi hija de 15 años tenía gastos de estudio y yo tenía que mantener la casa. Esta pensión, combinada con otras pequeñas entradas, apenas eran suficientes para comer y cubrir los gastos. De modo que apenas llegaba a fin de mes con unas monedas.
Pero había tenido muchas experiencias que demostraron el cuidado de Dios en mi vida, y ésta no sería la excepción.
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