Hacía Más de 10 años que se me había empezado a desarrollar un bulto anormal en el lado izquierdo, a la altura de la cadera. Al principio, no le di ninguna importancia porque no me dolía ni me molestaba. De modo que no me preocupé.
En mis constantes viajes a mi país de origen, Chile, un par de años atrás, un familiar lo descubrió a través de la ropa liviana del verano y me dijo: "Deberías consultar con un médico antes que siga creciendo más. Podría ser peligroso para tu salud". Y así fue. Siguió creciendo año tras año, lentamente. A veces yo oraba al respecto, y después lo dejaba de lado, sin darle importancia.
Hasta que un día empezó a dolerme mucho. Sentía molestias hasta en la columna. Por momentos, el dolor era inaguantable y me costaba caminar. Además, ya era muy visible por su tamaño y se traslucía a través de la ropa. Para colmo, estaba próximo el verano.
Entonces me di cuenta de que debía ponerme a orar en serio por este problema y con absoluta consagración. Recuerdo que constantemente reflexionaba sobre lo que enseña Ciencia y Salud: "No temáis que la materia pueda doler, hincharse e inflamarse como resultado de una ley de cualquier índole, cuando es evidente que la materia no puede tener dolor ni padecer inflamación" (pág. 393). Y el pasaje que dice: "La Ciencia Cristiana trae al cuerpo la luz solar de la Verdad, que vigoriza y purifica... disuelve tumores... El efecto de esta Ciencia es incitar a la mente humana a un cambio de base, sobre la cual pueda dar lugar a la armonía de la Mente divina" (pág. 162).
Un versículo de los Salmos fue también muy especial para mí: "Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley" (119:18).
Para tranquilidad de algunos familiares que conocían la situación, decidí consultar con un especialista, quien me dijo que debía extirparse lo antes posible. Pero yo no deseaba una intervención quirúrgica. Deseaba una curación por medios espirituales exclusivamente. Como tenía dolores muy fuertes, le pedí ayuda a un practicista de la Christian Science, quien con mucho amor aceptó apoyarme con su oración.
En vísperas de Navidad, mientras me cambiaba para ir con mi familia a cenar a casa de unos amigos Científicos Cristianos, observé que algo espeso salía del bulto y siguió saliendo por espacio de 1 hora, más o menos. Sorprendida, me di cuenta de que se estaba disolviendo el tumor ante mis propios ojos, sin dolor y sin bisturí humano. Mi corazón se inundó de inmenso gozo y gratitud.
Después de algunos minutos, les comenté lo ocurrido a mi esposo y a mi hijo. Terminamos de arreglarnos y fuimos a cenar tal como teníamos planeado, sin mencionar lo que estaba pasando. El tumor drenó líquido durante unos días hasta vaciarse completamente
Gracias a Dios una vez más, por todo el amor y las bendiciones que nos brinda a diario; al amado Maestro, Cristo Jesús por mostrarnos el Camino de la Vida y a nuestra amada Guía Mary Baker Eddy por su grandioso descubrimiento, la Christian Science, en bien de la humanidad.
Santa Fe, Argentina
