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Opina un periodista Argentino

Del número de abril de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


entrevistó a periodista argentino, quien en la actualidad se desempeña en el Consejo del Menor y la Familia, y además tiene un sitio propio en la Web, que se llama ElMonitor.com.ar.

Pedro, la Argentina está pasando por un momento crítico, ¿qué opinás de esta situación? ¿Qué expectativas puede tener la gente?

Las expectativas son muy grandes. Yo creo que en el fondo todos los argentinos sabíamos que esto podía ocurrir. El tema es que tenemos que ser coherentes, y decir: "Bueno, esto es lo que quiero empezar a hacer de ahora en delante para mi país". Todo comienza en cada uno de nosotros, en la voluntad, el amor, las ganas y las distintas aspiraciones que podamos tener.

Éste es un país muy dividido. La gente está muy susceptible y puede ser influida más fácilmente. De tal modo que lo que aparece en la televisión en seguida forma parte de la opinión general. Los medios son tremendos formadores de opinión, y en la mayoría de los casos, están manejados por corporaciones. Y si bien tienen excelencia periodística, fundamentalmente es un negocio, tienen que vender. Es así como manipulan el pensamiento del público. Esto ha llevado a que se cometan muchos errores, que ahora estamos pagando muy, pero muy caro.

Me pregunto si lo que publican los medios de comunicación coincide con la realidad, o si muchas veces lo agrandan demasiado.

Yo creo que lo agrandan demasiado. Eso fue lo que ocurrió con el ex Presidente De la Rúa. La información negativa sobre él llegó a un nivel tal, que la gente estaba predispuesta a pensar que cualquier cosa que dijera esta persona, carecía totalmente de importancia. Y estamos hablando del Presidente de la nación, elegido por el pueblo para que decida el destino de nuestro país por los próximos cuatro años.

Por otro lado está el tema de los cacerolazos, tan difundido por todo el mundo. Cuando llegó el momento del cacerolazo, la mayor parte de los medios de gran influencia habían terminado el trabajo que tenían planeado hasta fin de año. O sea que se preparaban para salir de vacaciones. Por lo tanto no podían formar una opinión sobre lo que estaba ocurriendo. Y la gente entonces salió a las calles, golpeaba los barrotes de su balcón o golpeaba una cacerola, o latitas de gaseosa, poniendo de manifiesto el estado de confusión que reinaba en el país.

La expectativa que yo tengo es que podamos serenarnos y pensar. Que podamos salir de nosotros mismos y empezar a transmitir paz y, fundamentalmente, mucho amor. De este modo podremos llegar a un estado de armonía que nos permita pensar en una solución coherente y pacífica para poder sacar este riquísimo país adelante.

Yo pienso que es posible. El otro día un amigo me dijo que yo era demasiado optimista. Pero la verdad es que, si bien me han pasado demasiadas cosas en la vida, no es que no me quede otra alternativa que ser optimista, sino que yo siempre veo que tengo la mitad del vaso lleno, no que tengo la mitad del vaso vacío. Ésa es mi premisa.

Parafraseando lo que escuché una vez, los argentinos somos como una bolsita de té. No conocemos nuestra propia fuerza hasta que nos metemos en el agua caliente. Y en este momento no sólo estamos en agua caliente, sino en agua en ebullición. Entonces tiene que salir lo mejor de nosotros. Pero eso ocurrirá a medida que nos tranquilicemos y expresemos más amor. Sólo entonces podremos salir del aguacaliente.

Escuché que hace unos días varios grupos religiosos hicieron una cadena de oración. ¿Demuestra esto que muchos argentinos buscan la ayuda de Dios para salir de esta situación?

Sí. Lo que ocurre, creo yo, es que hay dos tipos de personas. Están los que se acercan a Dios cuando tienen problemas, y los que piensan en Dios permanentemente. Esta cadena de oración surgió de los que siempre piensan en Dios. Yo creo que si nuestro pensamiento fuera más espiritualizado, más religioso, cualquiera sea la religión, habría mucha más armonía y estaríamos mucho mejor. No habrían ocurrido tantos incidentes desafortunados en la calle, como aquella demostración que empezó muy pacífica, y mucha gente salió con sus hijos a la calle, y terminó con actos de vandalismo. Fue muy lamentable, porque comenzó pacíficamente. Habíamos salido simplemente a reclamar y a decir "Basta".

Pienso que ese día había unos dos millones de personas en distintos templos e iglesias de toda la nación, rezando por el país, por todos nosotros. Eso fue un avance, creo yo, importantísimo para resolver la situación. Pienso que la solución empieza por nosotros mismos. Lo importante es que seamos compasivos y misericordiosos, que sintamos alegría y expresemos mucho amor. Considero que eso es fundamental para que la Argentina salga de este momento tan crítico.

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