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No lloren por mí

Del número de abril de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Prestigioso diario La Nación,en su página Web, nos muestra una visión internacional, de parte de distintos medios de prensa de todo el mundo, acerca de la seria situación económica por la que está atravesando Argentina.

Nos dice que en España se realizó una encuesta sobre el tipo de ayuda que se debería ofrecer al país en crisis. Un 71 por ciento de las personas entrevistadas opinó que la ayuda debe ser absoluta ya que confían en la pronta recuperación de aquel país.

Otros medios de prensa de la Madre Patria han sido más escépticos ante estos acontecimientos, incluso hablan de un futuro poco alentador para Argentina. Según el diario El Mundo, también de España, no ha habido un cambio verdaderamente estructural en la reforma "de un sistema político basado en la fragmentación, la corrupción y el derroche. Y esas son las fuentes inagotables de una crisis financiera tras otra".

Es evidente entonces que los cambios a realizarse deberían ser mucho más profundos de lo que podemos percibir, y de tal magnitud que sacudan incluso aquello que hemos dado por sentado durante tanto tiempo. Se necesita, obviamente, un cambio radical de pensamiento. Las diferentes medidas tomadas por el Presidente Duhalde sugieren, de alguna manera, que eso ya está en vías de realizarse. Por ejemplo, se abandonó oficialmente la ley que imponía la paridad entre el dólar y el peso, lo que dará un curso diferente a la economía; se pretende otorgar mayor competitividad a la industria del país y se ha puesto en marcha una reforma fiscal. Se percibe el deseo evidente de volver a ganar la credibilidad del resto del mundo.

Argentina entera tiene la capacidad necesaria para realizar ese cambio y para emerger de esa noche de terror por medio de sus propios recursos espirituales, ya que el progreso es una ley de Dios, que es Espíritu. Este país tiene la capacidad de hacerlo porque la honestidad, la nobleza, la abnegación, la generosidad y tantas otras cualidades inmateriales que ha manifestado su gente a lo largo de la historia, son innatas y son la razón por la cual alcanzarán el éxito inevitablemente.

La honestidad y la justicia inherentes a la naturaleza espiritual de la humanidad son atributos que poseen un origen divino y son capaces de eliminar cualquier vestigio de violencia, de injusticia u otra sentimiento o acto que se oponga al bien.

En Ciencia y Salud Mary Baker Eddy escribió una frase que expresa de una manera única, la paz y la armonía que trae entender a Dios como el único origen de la vida y la inteligencia: "Con un mismo Padre, o sea Dios, todos en la familia humana serían hermanos; y con una Mente única, y siendo ésa Dios, o el bien, la hermandad del hombre consistiría de Amor y Verdad y tendría unidad de Principio y poder espiritual, que constituyen la Ciencia divina".Ciencia y Salud, pág. 469.

Existe un orden natural de las cosas, que aun el cosmos refleja, y dentro de ese universo espiritual, el caos y la violencia no tienen cabida, y hay una ley superior de armonía constituida por Dios, que refleja Su poder y Su gobierno únicos.

Yo crecí a la orilla del río que nos separa y del cual toma su nombre mi país: el Uruguay. Mi adolescencia se extasió ante los cantantes argentinos de turno y bailó a los acordes de su música. Tiempo más tarde, y viviendo temporalmente en Colonia del Sacramento, durante las noches sin luna, mi gente y yo veíamos maravillados desde nuestra orilla las luces de Buenos Aires, su ciudad capital.

Y a eso me aferré cuando las noticias destacaban los actos de violencia en forma continua, a ese recuerdo de un Buenos Aires envuelto en su propia luz que se erguía, esplendente, sobre las sombras nocturnas.

No dejaré que los hechos de violencia me hagan cambiar el concepto maravilloso que tengo acerca de mi "hermano mayor". No voy a llorar por ti, Argentina. Sé que vas a salir de estas circunstancias adversas con las velas desplegadas, magnífica en tu grandeza histórica y manifestando la armonía natural del pueblo de Dios.

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