Cuando Era Niño me diagnosticaron asma, y sufrí de ataques que en algunas ocasiones eran muy graves. Recibí los tratamientos médicos más modernos que existían en esa época, entre ellos jarabes, píldoras e inhaladores. Todos me producían sólo alivio temporal, y tenían algunos efectos secundarios.
Aunque los ataques disminuyeron en intensidad conforme iba creciendo, aún había ocasiones en las que tenía molestias provocadas por el asma, especialmente después de hacer ejercicios.
Cuando tenía poco más de veinte años, empecé a estudiar la Christian Science y me di cuenta de que estaba libre de las molestias que, hasta entonces, había aceptado como inevitables. Los resfriados, amigdalitis y alergias propias de las estaciones cesaron conforme avanzaba en el estudio de esta Ciencia.
Sin embargo, nunca había hecho un esfuerzo consciente para liberarme del asma, hasta un fin de semana, que me fui de camping con unos amigos. Empecé a tener problemas para respirar el primer día. Por la noche, me resultó muy difícil respirar, y no pude dormir en paz. Como ya había sido sanado de muchas otras dificultades por medio de la Christian Science, no deseaba utilizar ningún medicamento. A la mañana siguiente, me di cuenta de que realmente tenía que tomar una decisión y ponerme firme. Yo merecía ser libre, y sabía que no hay ninguna ley de Dios que respalde la enfermedad, por tanto, no tenía por qué padecerla.
El tema de la Lección Bíblica de la Christian Science de esa semana era Alma. Tomé mi Biblia y Ciencia y Salud, y empecé a asimilar las verdades contenidas en la Lección. Al ir leyendo, vi que yo no era un mortal con una capacidad pulmonar limitada, y que mi vida no estaba atrapada en un cuerpo físico sufriente. Por el contrario, la sustancia de mi ser es el Espíritu, ilimitado y sin restricciones, que no está atrapado dentro de un cuerpo material. Mi salud y mi libertad vienen de Dios, y son constantes, y no necesitan permiso del cuerpo para expresarse libremente en mí.
Estaba tan lleno de inspiración y de una sensación del amor de Dios por mí, que, una hora después, cuando terminé de leer la Lección, estaba completamente sano. Mi respiración era nuevamente normal, y todas las molestias habían cesado.
Eso ocurrió hace cinco años, y desde esa mañana nunca he vuelto a tener ataques de asma. He podido correr y hacer excursionismo (aun a grandes alturas), andar en bicicleta, patinar y otras actividades, sin ninguna dificultad para respirar.
Esta experiencia y otras similares me han demostrado que la Christian Science realmente sana, y estoy agradecido por todo lo que he aprendido y continúo aprendiendo por medio de esta Ciencia de la curación espiritual.
Hollywood, California, EE.UU.