“Mem’ries light the corners of my mind. Misty water color mem’ries...” (Recuerdos iluminan los rincones de mi mente... Vagas acuarelas de un romance que pasó.)
CON ESTAS PALABRAS comienza la hermosa y conmovedora balada “The way we were”, escrita por Alan y Marilyn Bergman y cantada por la incomparable Barbara Streisand, con música de Marvin Hamlisch.
La canción gira en torno a la bendita facultad de la memoria, evoca el bien y señala el carácter transitorio de los recuerdos teñidos de dolor y tristeza.
Es muy útil y práctico poder decidir qué vamos a guardar en la memoria. Los momentos alegres y felices son fáciles de recordar, y con gusto olvidamos las etapas menos felices y dolorosas. Eso ocurre con los recuerdos de las vacaciones; con el tiempo, sus inconvenientes se desvanecen, y continuamos regocijándonos por haber hecho nuevos amigos, por lo que vimos y aprendimos, e incluso hablamos de ello.
La memoria es una poderosa facultad de la Mente, Dios, que todo lo sabe, todo lo ve, todo lo recuerda. Las capacidades de la Mente no tienen límite ni medida. Dios jamás está demasiado viejo, distraído u ocupado como para no conocer y recordar lo que contiene en Sí mismo, Su propia creación. Lo que Dios, la Mente, sabe, es todo lo que existe.
Estas simples verdades espirituales son útiles en la vida de hombres, mujeres y niños de todas las edades. La verdad acerca de la Mente guía el desarrollo del niño. Para las ideas de la Mente es natural aprender en todas las etapas de la experiencia y desarrollo humanos. La edad avanzada es rica en conocimientos y recuerdos, y bajo la dirección de la Mente esas experiencias y recuerdos son enriquecedores y dignos de ser compartidos. Los acontecimientos de nuestra vida, la experiencia que recogimos y las lecciones que aprendimos, son parte misma de nuestro ser, y a él pertenecen para siempre.
Mary Baker Eddy escribió, a partir de su propia experiencia, estas alentadoras palabras: “Todo lo que es bello y bueno en vuestra conciencia individual es permanente. Aquello que no lo es, es ilusorio y efímero”.La Unidad del Bien, pág. 8. La Sra. Eddy llevó una vida productiva, creativa e innovadora, llena de ideas y logros, hasta cumplir casi 90 años. En su experiencia hubo momentos de inspiración divina y también de aguda tristeza, pero ella realmente se ganó el derecho a ser testigo de sus logros y a superar los malentendidos y las malas intenciones.
¿Son acaso los pesares, las complicaciones y el exceso de información que recibimos hoy, una pesada carga para la memoria humana? ¿Es que estamos sobrecargados y debido a ello no podemos retener, procesar y recobrar lo que debemos saber y a lo que tenemos derecho? Las estadísticas señalan que los casos de pérdida de memoria son cada vez mayores, y se están haciendo grandes esfuerzos para encontrar la causa de este mal.
La humanidad ha aprendido a ayudarse a sí misma. Es natural que nos rebelemos contra la imposición de la pérdida de la memoria, que conspira contra nuestro progreso y sabiduría. Es triste y absolutamente inadmisible que las personas mayores no puedan disfrutar como es debido de los fructíferos y merecidos años de su jubilación.
Mientras los esfuerzos de la medicina y la biología avanzan en esas áreas, el investigador espiritual ora para entender mejor los hechos acerca de Dios como Mente, el creador de la conciencia. Y al hacerlo descubre que la pérdida de la memoria no tiene razón de ser, no importa cuál sea el nombre o clasificación que se le asigne, tanto si se la llama circunstancial, como si se la atribuye a una discapacidad clínica.
Los hechos espirituales acerca de Dios como Mente revelan que la memoria descansa en la conciencia y es, por lo tanto, permanente. La Mente crea al hombre de manera continua y siempre nueva. La Mente no conoce interrupciones de la armonía, y esta verdad tiene un efecto sanador y regula la mente humana. La Mente y Su creación coexisten y no pueden separarse.
Estos hechos pueden probarse. La naturaleza sanadora y sostenedora de la Mente nos ayuda a enfrentar el temor de que la mente del hombre pueda extraviarse. Estas ideas pueden ser muy útiles para sanar, preservar, mantener y restaurar la memoria, con toda la bondad y satisfacción que acompañan la expresión consciente y continua de la inteligencia.
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