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La curación metafísica

¿Termitas en el arca?

Del número de mayo de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los Alumnos de mi clase de la Escuela Dominical estaban esperando que yo diera la última palabra a una pregunta que había causado mucho revuelo: ¿Habría aceptado Noé termitas en el arca? Véase Génesis caps. 6–9.

—¡Noé no lo habría permitido! — insistió un niño.

—¡Por supuesto que sí! — replicó su hermana —. Lo hizo, ¿no? — me preguntó casi suplicando, volteándose hacia mí.

— Bien, vamos a ver — dije, dándome tiempo para contestar, mientras oraba para ser guiada —. Veamos si podemos resolver esta cuestión.

— La historia dice que entraron al arca dos de cada clase de animales — dijo la niña, y yo estuve de acuerdo.

— Pero él no hubiera dejado que hubiera termitas en un arca de madera — argumentó el niño —. La habrían destruido.

—¿Qué otra cosa pueden decirme sobre el arca? — pregunté—. ¿Qué tuvo que hacerle Noé a la madera?

Estamos seguros cuando nos cobijamos en la ley de Dios.

— Yo sé — dijo uno de los estudiantes —. Tuvo que protegerla con brea.

— Correcto, lo hizo para que fuera impermeable — dije —. Ahora, ¿tuvo que hacerlo sólo por fuera?

— No — dijo otra niña —. Tuvo que ponerle brea por dentro y por fuera.

— Exacto — respondí—, por dentro y por fuera. Ahora, ¿piensan que a una termita le gustaría comer brea?

—¡Agh! no — dijo la hermana.

— Claro — dijo el hermano —. Así que no hubieran podido comer la madera ni introducirse en ella porque tenía brea.

— Correcto — expliqué— porque la madera estaba protegida, no sólo del agua de fuera del arca sino de cualquier otra cosa que pudiera dañarla por dentro.

Ahora, la hermana preguntó con voz que expresaba preocupación: — Pero, ¿qué comerían las termitas?

— Oh, estoy segura de que Noé les dio un pedazo de madera para que pudieran vivir — contesté.

Con esto, ellos se fueron, y yo me quedé pensando en las implicaciones del tema que acabábamos de tratar. Comencé a pensar que es importante protegerse, y que la historia de Noé en la Biblia enseña que uno está seguro cuando piensa y vive de acuerdo con la ley de Dios. Esto significa que hay que mantener todo lo que es destructivo — temores, dudas, críticas, celos, resentimientos — fuera del "arca" de nuestro pensamiento. Estas "termitas" pueden minar la confianza espiritual, mientras que los pensamientos divinos, sólo pueden fortalecernos.

El pensamiento que está "protegido con brea", evita tanto que entren las influencias perjudiciales, como que los pensamientos autodestructivos puedan establecerse en nosotros. Una idea en Ciencia y Salud me recuerda la importancia de "proteger con brea" nuestra conciencia, por dentro y por fuera: "Estad de portero a la puerta del pensamiento. Admitiendo sólo las conclusiones que queráis que se realicen en resultados corporales, os gobernaréis armoniosamente".Ciencia y Salud, pág. 392. La oración que mantiene a la vista la bondad y el poder de Dios, es protección, por dentro y por fuera.

El haber pensado en el tema que traté con los niños, me ayudó después. Un día, cuando paseaba con mi nieto en las tierras altas de Escocia, llegamos a un pequeño puente que estaba en un área remota. Cuando bajé del puente, tropecé con una piedra, caí al suelo y me lastimé el tobillo. Pero de inmediato escuché a mi nieto decir con mucha determinación: "Tú estás bien, abuelita". No preguntó: "¿Estás bien?", sino que él afirmó mi perfección espiritual.

— Así es — reafirmé, y se fue a buscar a su abuelo para que me ayudara. Mientras tanto, me senté a la orilla del puente, contrarrestando cada "termita" con el reconocimiento de una verdad espiritual.

Primera "termita": Me tropecé torpemente. Pensé en esta declaración de Ciencia y Salud: "La armonía y la inmortalidad del hombre están intactas". Ibid., pág. 521.

Siguiente "termita": Me caí al suelo. Recordé un versículo de la Biblia: "Porque Jehová... preservará tu pie..." Proverbios 3:26.

Otra "termita": Mi tobillo me duele mucho. También rechacé esto con una frase que me sabía de memoria: "El Espíritu es la única sustancia y la única consciencia reconocidas por la Ciencia divina".Ciencia y Salud, pág. 278.

Conforme iba "protegiendo con brea" mi pensamiento, sentí un calor que se extendió alrededor del pie y del tobillo. Para cuando mi nieto regresó con mi esposo, ya estaba levantada y caminando. El calor del amor de Dios permaneció conmigo, y continué mis actividades con la plena confianza de la bondad y la constante protección de Dios.

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