Conocí la Christian Science estando muy enferma. Padecía de una dolencia al estómago, y de tantas otras dolencias que no sabría por dónde empezar a relatar. Tanto me aquejaban que estaba acostumbrada a hacerme una "sopa" de medicamentos.
Un día mi vecina al verme tan triste y desesperada me dijo que ella tenía una religión que me podía ayudar a solucionar mis problemas. Me quedé tan contenta que cuando me invitó a concurrir a su iglesia me parecía que nunca llegaría el domingo. Así fue como comencé a asistir a una filial de la iglesia de Cristo, Científico, en Montevideo.
Luego me puse a estudiar el Nuevo Testamento. En el capítulo 15 de Mateo le preguntan a Jesús, por qué sus discípulos comían con las manos sucias, sin lavarse. Él les explica: "No lo que entra en la boca contamina al hombre; más lo que sale de la boca... del corazón sale; y esto contamina al hombre". Eso me impulsó a aferrarme a lo que dijo Jesús, y empecé a comer de todo, sin miedo.
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