Podríamos decir que la justicia, entre otras cosas, es el derecho legalmente garantizado a tener un juicio justo. Pero la verdad es que la justicia es mucho más que eso. A este respecto se plantean preguntas como éstas: ¿es justo que los países tengan que lidiar don funcionarios corruptos dentro de su gobierno? ¿Es justo que las personas de más de 50 años les cueste tanto encontrar un nuevo trabajo? ¿Es justo que los niños tengan que luchar contra las enfermedades? No, por supuesto que no.
El artículo de Margarita Thatcher que se encuentra a continuación da respuesta a estos interrogantes y señala que la oración juega un papel clave en nuestra búsqueda de respuestas.
No necesitamos sentirnos frustrados ni impotentes, pero, ¿cómo podemos orar para que haya justicia? Todos queremos ver que se corrija toda injusticia y se restaure lo que es correcto. Pero, ¿estamos acaso tratando de redistribuir una cantidad limitada de bien? ¿Estamos quizá pidiéndole a Dios que nos ayude a hacerlo? Ciertamente, parece correcto asegurarse de que la gente que ha sido tratada erróneamente reciba la ayuda que necesita, y que el malhechor sea castigado.
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