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Sana de gripe al superar el enojo

Del número de enero de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Asistí a la Escuela Dominical de la Christian Science desde que tenía dos años y medio. Las semillas de verdad y amor que fueron plantadas allí me brindaron una ayuda invalorable a lo largo de los años.

Cuando finalmente me senté a escribir este testimonio, recordé algunas anotaciones que escribió mi madre en una ocasión en mi álbum de bebé bajo el título "Desarrollo espiritual". Cuando tenía tres años dije: "Dios es Amor", "Dios cuida de todo".

Ahora que soy mayor, recuerdo esos tiempos y me doy cuenta de que recién ahora estoy empezando a comprender lo que realmente querían decir esas aparentemente simples declaraciones, y el valor que han tenido en mi vida.

Me gustaría contarles una de las curaciones más importantes que he tenido, que me enseñó una lección que nunca olvidaré.

Una noche estaba yo con una gripe muy fuerte. Tenía la nariz tan congestionada que sólo podía respirar por la boca. No podía dormir y sentía mucho malestar físico, entonces recurrí a Dios, preguntándole qué necesitaba saber espiritualmente para poder sanar de esa condición. La respuesta llegó de inmediato con este mensaje: "Los que tienen los puños apretados, también tienen el corazón cerrado".

Al instante recordé una situación que había ocurrido el día anterior, cuando yo había reaccionado con los puños apretados.

Ese día mi esposo estaba cortando el césped. Yo lo estaba observando desde la ventana de la cocina, cuando dos chicos del barrio se acercaron para preguntarle si podían hacer algún trabajito para ganarse unos pesos. Él acordó pagarles si recogían las hojas y las ponían en bolsas en nuestro jardín del frente.

Al recordar este incidente, me veo mentalmente parada frente a la ventana con mis puños apretados, pensando: "¿Cómo puede ser tan generoso con nuestro dinero, cuando casi ni nos alcanza para vivir con nuestros dos hijos?"

En aquel entonces, estábamos viviendo con una pequeña beca de estudiante extranjero que no nos alcanzaba para mucho. Por lo que yo me sentí muy justificada al enojarme por lo que consideraba un gasto innecesario. Sin embargo, esa noche, cuando finalmente me humillé lo suficiente como para escuchar a Dios, la lección estaba allí, fuerte y clara. Una actitud de "puños apretados" era definitivamente el opuesto de un "corazón lleno de amor y generosidad".

La beca no nos alcanzaba para mucho.

Instantáneamente, me sentí conmovida por esos chicos. Estaban haciendo algo constructivo y merecían nuestra aprobación. Mi esposo lo había hecho y los había recompensado. Una compasión maternal inundó mi pensamiento, y en cuestión de segundos pude sentir que mi cabeza y mi nariz se destapaban por completo.

Cada vez que pienso en esta curación, recuerdo uno de los himnos que escribió Mary Baker Eddy, que se titula "Satisfecho". Parte del cuarto verso en inglés dice así: "El Amor me libera y me eleva". Esta experiencia realmente me liberó y me elevó por encima de una actitud negativa y nada amorosa, y fue una prueba definitiva de que Dios realmente ama y cuida de todos Sus hijos.

Estoy profundamente agradecida por el descubrimiento de la Sra. Eddy y la obra de su vida; por la Escuela Dominical de la Christian Science, la Instrucción en Clase Primaria, todas las publicaciones de la Christian Science, y por todos los dedicados practicistas, enfermeros y conferenciantes.

Envío mi ENORME gratitud a todos aquellos que están encargados de llevar adelante este maravilloso movimiento.


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