Médica recibe Premio Nansen para los Refugiados
Annalena Tonelli, una médica italiana de 60 años de edad, se le concedió el Premio Nansen para los Refugiados. Hace más de treinta años que se dedica a ayudar a la población somalí, especialmente a los refugiados.
Aparte de su labor comunitaria, también ha recabado fondos para organizar centros de salud y un colegio para sordos.
Annalena lleva una vida muy sencilla y modesta, y a lo largo de todos estos años ha conservado su manera independiente de trabajar evitando unirse a ninguna organización, ya que, tal como ella lo expresa, su vida es "puro gozo".
El galardón recibido por esta mujer, fue creado en honor del explorador noruego Fridtjof Nansen, quien fue el primer funcionario internacional para los refugiados.
Fuente consultada: Elmundo.es, edición digital, España, o como figuran en los artículos con link al medio.
Asociación que rescata niños de la calle
La Asociación Quincho Barrilete está dedicada a proporcionar un hogar a niños que han sido afectados por la violencia y el maltrato.
Mayra Uriarte, quien presta servicios como educadora en el lugar, comenta que las pequeños "andan en busca de cariño, y hasta le dicen mamita porque existe la necesidad de un referente afectivo, de un hogar que les permita curar las heridas".
Su vida es puro gozo.
Entre los rescatados de la calle, Bayardo J. Rodríguez resulta un muy buen ejemplo de lo que esta asociación benéfica ha logrado con los niños.
"Antes andaba en pandillas juveniles haciendo cosas malas" dice Bayardo. Cuando tenía 16 años, su padre pidió ayuda a la asociación para recuperar a su muchacho. Ahora, ya recibido de educador social, ha comenzado también la carrera de Derecho y planea dedicarse a colaborar con la institución.
Fuente consultada: La Prensa Digital, Managua, Nicaragua, o como figuran en los artículos con link al medio.
Jóvenes ocupan vacantes de maestros como voluntarios en zonas rurales
El sistema de Educación Pública de México solamente construye escuelas en los pueblos que tienen un alumnado de diez o más niños por grado. Debido a que Santa Elena no cumplía con ese requisito, la comunidad erigió un modesto centro de estudios. Para llenar las vacantes de maestros, varios jóvenes voluntarios se comprometieron a pasar uno o dos años enseñando en los lugares más pobres y aislados del país.
Estos jóvenes reciben capacitación y práctica en una escuela rural y luego parten a sus destinos en las zonas más remotas donde permanecen en las aldeas compartiendo una habitación en la casa de alguno de sus alumnos. El Programa de Educación Comunitaria busca voluntarios que ofrezcan clases de educación primaria a cambio de un pequeño sueldo y son miles los jóvenes que se ofrecen para realizar este trabajo.
Fuente consultada: Vida positiva.com, Buenos Aires, Argentina, o como figuran en los artículos con link al medio.