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Artículo de portada

¿Quieres un buen abogado? Recurre a Dios

Del número de enero de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace unos años Dios le dio a nuestra familia la maravillosa oportunidad de comprar nuestro propio departamento. Hacía ya mucho tiempo que alquilábamos, de modo que estábamos muy contentos de poder adquirir uno. Después de firmar todos los documentos legales, empezamos a renovar el departamento.

Seis meses después la Corte nos notificó que nos iban a embargar el departamento porque se había descubierto que la transacción de compra había sido ilegal. Tuvimos que presentarnos para una audiencia ante el juez. Estábamos enojados porque sabíamos que habíamos actuado con toda honestidad al hacer la transacción. No había sido nuestra intención engañar a nadie. Ese mismo día fuimos al tribunal donde nos explicaron con todo detalle la situación. Se había presentado otro heredero y teníamos que someternos a los procedimientos legales para investigar la situación. Sentimos que estábamos sufriendo una cruel injusticia, ya que no habíamos hecho nada malo. Comentamos lo sucedido con algunos conocidos quienes nos dijeron que perderíamos el caso, que la Corte nos quitaría la vivienda, y que lo mejor que podíamos hacer era tratar de vender la propiedad. Pero nosotros no veíamos por qué teníamos que hacer eso cuando éramos inocentes. Todo tipo de dudas invadió nuestro pensamiento.

Cuando una amiga cercana que es estudiante de la Christian Science se enteró de nuestro problema, no sugirió que oráramos juntos por la situación de acuerdo con los principios espirituales que descubrió Mary Baker Eddy y escribió en Ciencia y Salud. Esta idea fue para nosotros como un rayo de luz que atravesó el terrible caos de oscuridad que parecía rodearnos.

Primero decidimos dejar de hablar del tema con parientes y amigos, y mantenerlo callado para que los temerosos pensamientos de los demás no pudieran influir nuestras opiniones.

La falta de armonía no existe en el reino de Dios.

Segundo, decidimos no obtener la ayuda de un abogado, aunque nos habían recomendado que lo hiciéramos con urgencia. Tomamos esa decisión no para evitar más gastos, sino porque ahora estábamos convencidos de que el mejor abogado es Dios. No necesitábamos contarle nada a Él porque ya lo sabe todo. Después nuestras oraciones incluyeron la idea de que no nos podíamos transformar en víctimas de un malentendido. Habíamos aprendido en el libro de texto de la Christian Science que en el Espíritu todo es armonía y paz. La discordancia y la falta de armonía simplemente no existen en el reino de Dios.

Mi hermano, mi amiga y yo fuimos a la primera audiencia. Las personas del lado opuesto eran extremadamente agresivas. No obstante, nosotros respondimos con sonrisas, y durante todo el tiempo que tuvimos que esperar a que llegara el juez, negamos todos sus rasgos negativos. Vimos en ellos a los hijos de Dios, puros y perfectos.

Cuando fuimos a la segunda audiencia, la inspiración de Dios nos recordó la historia del rey Salomón en la Biblia. Entonces pensamos que podíamos ver al juez como un representante de Dios en la tierra. Tuvimos la certeza de que también a él se le había otorgado la sabiduría del rey Salomón, y que ningún método opuesto podía impedir que reinara la justicia, que está siempre presente. Yo pensaba constantemente en las palabras de este poema de Mary Baker Eddy:

"La Verdad me afianza firme
sobre la Roca
en la ribera de la Vida,
contra la cual los vientos y las olas
nunca más volverán a golpear".Himnario de la Christian Science N° 253, según versión en inglés.

La decisión del juez sorprendió muchísimo a la oposición y para nosotros fue muy natural. Se determinó que la transacción era legal y no nos encontraron culpables de nada.

Este incidente fue para nosotros una prueba de nuestra completa confianza en Dios. Habíamos sentido Su presencia y Su sabiduría todo el tiempo. Nuestra experiencia puede que sirva de ayuda a otros que tienen dudas y temor. Fue una prueba contundente de que Dios es siempre el mejor amigo, juez y abogado que podamos tener. Recurre a Él y en los momentos más difíciles te dará una mano y te ayudará.

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