En el cuarto piso de la Avenida W. Ogden N o 2245 en Chicago, se realiza una labor sumamente interesante. Allí se encuentran las oficinas centrales de la Cook County Public Guardian — Juvenile Division [Tutores Públicos del Condado de Cook — División Juvenil]. El departamento tiene unos doscientos empleados. Cien de ellos son abogados que protegen los derechos de más de 10.000 niños de todas las edades, desde unos pocos minutos de nacidos hasta 21 años de edad.
En la División Juvenil no hay un día que sea rutinario. Los abogados como Heather Boehm pasan día por medio en la corte y los restantes afuera, visitando a sus clientes/niños y evaluando las condiciones en que viven.
Heather Boehm entró a trabajar en la firma Chicago Kent Law pensando que llegaría a ser una abogada de empresas y ganaría muchísimo dinero. Pero al año se dio cuenta de que odiaba hacer eso y pensó en abandonar su carrera. Fue entonces cuando encontró un artículo en el Chicago Tribune sobre la División Juvenil, y supo enseguida que era allí donde quería trabajar.
La División Juvenil maneja regularmente más de 10.000 casos de niños que sufren de abuso o abandono en el Condado de Cook.
Puede que Heather comience su día cargando un carrito para llevar a la sala del tribunal, con casos que varían entre la educación, bienestar y seguridad de un niño, a determinar si un chico tiene un buen abrigo para pasar el invierno.
Puede que su día se vea interrumpido por una llamada de los investigadores de la línea de urgencia, dedicados a la seguridad infantil. Esta línea telefónica es un número libre de cargo que se usa para denunciar situaciones de niños que están en peligro o sufren abuso. Cuando esto ocurre, todo lo demás se detiene y se presta total atención y energía a garantizar la protección de ese niño.
Heather trabaja en la región Calendar 14N, que cubre parte de la zona sur de Chicago. Los días en que no se encuentra en la corte, recorre las zonas inseguras de la ciudad, o va "de visita". Ella quiere que las personas involucradas en el caso en el que está trabajando la conozcan. Otro motivo importante para ir "de visita" es ver cómo vive cada niño y preguntarse ¿qué es lo mejor para él?
"He visto de todo, desde tortura hasta abandono".
Cuando Heather comenzó a hacer este trabajo tenía un punto de vista muy limitado. Sólo quería estar segura de que sacaran al niño del seno de una familia abusiva y lo pusieran en un lugar donde pudiera prosperar.
"Es triste que haya tan pocas familias adoptivas buenas donde enviar a los niños".
Hoy Heather tiene un punto de vista mucho más amplio de lo que significa brindar cuidado y apoyo a los niños. Ahora también le importa que los padres con problemas obtengan la ayuda necesaria para ser buenos padres.
"Lo más sorprendente es que no importa lo que los padres le hayan hecho al niño, éste aún así los ama y quiere seguir viviendo con ellos".
De manera que ella se esfuerza por encontrar la forma de ayudar a los padres en primera instancia, siempre que sea posible. Por supuesto que esto nunca puede ir en detrimento de lo más sagrado que es proteger a los niños. "La seguridad es mi mayor preocupación. Los niños necesitan estar en un lugar donde se sientan queridos".
Heather cuenta un caso específico, en que el tutor anterior había enviado a un niño de siete años de vuelta a la casa de su padre. Poco después, recibieron la llamada del hospital del condado diciendo que el niño se había presentado en la consulta del médico con unas marcas extrañas en las muñecas. Se reabrió el caso y se lo entregaron a Heather. El padre dijo que su hijo había estado jugando con unas esposas de plástico y se las había puesto demasiado apretadas. A Heather le pareció raro. Luego de hablar con el médico, éste le explicó cómo se habían producido esas marcas en las muñecas, y evidentemente no se las había podido hacer el niño solo.
"Me enojé muchísimo, y aún no he podido superar el enojo que siento".
Aunque el padre sigue insistiendo en lo que dijo, Heather afirma que luchará para proteger al menor. No entiende cómo alguien puede querer lastimar a un niño.
"Yo trato de ver el bien en la gente todo el tiempo, pero a veces, cuando se trata de un chico de siete años lastimado, no puedo hacerlo. Lo interesante de mi trabajo es que represento a los niños. Ellos son inocentes, no han hecho nada malo, y eso es lo más maravilloso que uno pueda representar".
"Me di cuenta de que el muchacho me estaba poniendo a prueba". —Heather Boehm
Cuando los niños se transforman en adolescentes, comienzan a tomar sus propias decisiones y entonces el abogado, en lugar de decidir por ellos, comienza a representar los pedidos del muchacho. Heather explica los dos papeles que cumple de la siguiente manera:
"A los niños más pequeños les digo: 'Yo no soy solamente tu abogada sino también tu tutora ad litem [para el proceso], y mi trabajo consiste en ser tu voz y decirle al juez lo que necesitas. Pero por ser tu tutora tengo que hacer lo que es mejor para ti. Por ejemplo, tú puede que me digas 'Quiero vivir en la luna', y yo voy a tener que presentarme ante el juez y decirle: 'Jorge quiere vivir en la luna, pero como su tutora ad litem yo pienso que no es una buena idea'". A algunos chicos les resulta difícil usar el término en latín, por eso a estos abogados ellos los llaman "Mi Ángel Guardián".
"Es mucho más difícil cuando el cliente llega a la adolescencia, no obstante algunos de estos clientes son mis preferidos. Puede que tú seas la única persona estable en su vida. Algunos me llaman todos los días para pedirme vales para comprar ropa, u otros artículos, aunque saben que yo no se los puedo dar. Pero lo que ocurre en realidad es que llaman para asegurarse de que alguien está siempre disponible para ayudarlos y se preocupa por ellos.
"Yo no soy su mentora, pero he hablado con ellos sobre la importancia de seguir estudiando y he asistido a su graduación porque ninguna otra persona lo hace.
"En octubre del 2000 me dieron el caso de un adolescente que se había escapado de su hogar de tránsito. Lo encontraron en Florida con su mamá y su hermano. Luego la madre decidió regresar a Chicago pero no tenía suficiente dinero, de modo que dejó a sus dos hijos en la estación de autobús. Entonces el muchacho le dijo a la compañía de autobuses que él y su hermano formaban parte del Departamento de Servicios al Menor y la Familia de Illinois, y los enviaron de regreso a Chicago.
"Nunca olvidaré mi primera conversación telefónica con este chico. Fue a las 4:30 de la tarde. Decía muchas malas palabras e insistía en que no quería ir a un hogar adoptivo, y se preguntaba por qué todos estaban interfiriendo en su vida".
Heather se dio cuenta de que el muchacho la estaba poniendo a prueba, y se mantuvo en el teléfono hablando con él por dos horas y media. Ella le dio esperanza. Durante los años siguientes, hablaron muchas veces sobre religión, política y otros temas importantes. Luego, en marzo, ella recibió una llamada diciéndole que él estaba en la cárcel. Ella se sintió muy deprimida por esto.
"Realmente cuestioné si estaba aportando algún beneficio a su vida o no".
Estando en prisión, el joven decidió dejar de beber alcohol, de fumar, y tomó un examen de conocimientos generales. La llamó a Heather y le dijo que quería ir a la universidad. Ella fue a una librería y le buscó los libros más apropiados para que se preparara para presentar sus exámenes. Ella se los llevó a la prisión del Condado de Cook, aunque toma dos horas pasar por seguridad para poder entrar. Este muchacho la llamó todos los días, preocupado de que no aprobaría el examen. En octubre recibió los resultados, y había aprobado. Fue un gran momento para él, mientras que ella siempre había tenido la certeza de que lo lograría.
En otra ocasión le trajeron una beba que tenía una quemadura que le había hecho su mamá a propósito con un rizador de cabello. Heather logró que le revocaran los derechos maternos, e hizo todo lo necesario para que la niña fuera adoptada por una familia maravillosa.
"La familia adoptiva es estupenda y siempre me mandan tarjetas para Navidad y me llaman de vez en cuando, contándome de la niña. La pequeña realmente está progresando mucho".
Hace poco, Heather llevó a unos niños a ver a su madre, quien había tomado el curso sobre cómo criar a sus hijos. Poco después, uno de los chicos comenzó a comportarse con violencia en la escuela. La madre la llamó a Heather y ella estuvo de acuerdo en ayudar. Le caía bien esta mamá y sentía que estaba mejorando mucho.
Posteriormente el juez dijo que la madre era lo suficientemente competente como para tratar con las autoridades de la escuela sin la influencia de la corte por lo cual cerró el caso.
"Esto en parte me entristeció porque sabía que probablemente no volvería a ver a la madre. Entonces, cuando estábamos en la sala del tribunal, la madre me dio un fuerte abrazo". Heather me contó que la señora luego se volvió al juez y le dijo: ¡Ella es maravillosa! Desde entonces la madre ha trabajado con las escuelas para obtener el apoyo que su hijo necesita.
Heather piensa que una de las cosas que más se precisan es el apoyo de las iglesias y de las organizaciones espirituales. Considera que la comunidad debe responder a la situación de los niños desde una pespectiva espiritual.
"Yo traigo mi trabajo a casa. He pasado muchas noches en vela preguntándome si tomé la decisión correcta. Pero lo cierto es que ha habido muchos finales felices, y en ocasiones recibo noticias de la familia adoptiva, incluso después de cerrados los casos. Algunos muchachos también han asistido a la universidad, y por cada uno de esos logros le doy gracias a Dios. Hago mi trabajo con mucho orgullo".
