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Dios, el mejor cirujano

Del número de febrero de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante muchos años tuve un bulto, de más de dos centímetros de ancho, en medio del pecho. Nunca le presté mucha atención, aunque tendría que haberlo hecho, en el sentido de verlo como algo anormal que se podía sanar con la oración.

Hace más de tres años, el bulto se inflamó y continuó empeorando durante varias semanas. Pensé en ir a un centro médico para que me lo quitarán quirúrgicamente.

Antes de hacerlo decidí llamar a una amiga que es practicista de la Christian Science. Pensé que tendríamos una agradable charla y luego le mencionaría lo que me pasaba. No tenía la intención de pedirle que orara por mí. No obstante, su respuesta, me alegra decir, fue inmediata y directa. Ella me dijo que creía que Dios era por mucho el mejor y más eficiente cirujano. Lo que me comentó acerca de mi verdadera naturaleza como la creación espiritual de Dios y de mi relación con Él, me convenció por completo. Entonces le pregunté si podía orar por mí, en lugar de que yo recurriera a la operación, y estuvo de acuerdo.

No puedo decir si mi temor desapareció durante la llamada o poco después. Lo que sí sé es que el cambio principal se produjo en mi manera de pensar. Y cuento con mucha alegría que la oración de la practicista tuvo un efecto inmediato y positivo en mi cuerpo. Al día siguiente de nuestra conversación, el bulto se abrió, drenó, y en una semana o dos había desaparecido por completo. La piel en el pecho había vuelto a la normalidad.

Estoy muy agradecido por esta curación, pero mucho más por que haya practicistas de la Christian Science siempre dispuestos a ayudar y a orar, cualquiera sea la necesidad de la persona.


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