El amor sana
Cuando terminó el año escolar nuestra muy querida maestra y profesora de alemán dejó la escuela. El año siguiente tuvimos una maestra nueva. Ella parecía ser el opuesto de nuestra maestra anterior. Sentíamos que era muy injusta y brusca con nosotros. Nos resultaba difícil hablar con ella. Cuando yo hablaba en nombre de la clase, ella siempre me decía: "Aina, no discutas conmigo". Por esa razón tenía problemas con ella. Yo sentía que esto no podía continuar así, y me sentía muy desesperada.
Después de conversar con mi familia sobre esto, me di cuenta de que la oración era lo único que me podía ayudar. Cuando me puse a orar comprendí que esta maestra, al igual que mis compañeros y yo, era la hija de Dios. Traté de pensar en ella con amor y me resultó más fácil no discutir con ella. A veces esto era más fácil de decir que de hacer. Pero vi que mi oración funcionaba cuando ella comenzó a conectarse mejor con nosotros y se volvió más comprensiva.
Estoy agradecida a Dios porque tuve esta experiencia y pude ver, más allá del odio y de las discusiones, a la persona amorosa que Dios creó.
Hamburgo, Alemania
Sané del estómago
Durante las vacaciones de verano fui a un campamento de la Christian Science que se encuentra en el pueblo de Sagenroth, Alemania.
En una ocasión hicimos planes para hacer una caminata de dos días. Iríamos hasta una granja donde nos quedaríamos a pasar la noche. El día que teníamos que salir empecé a sentirme muy enfermo del estómago, y no pude ir con los otros chicos.
Uno de los consejeros, que se llama Kai, se quedó conmigo. Él me leyó de la Biblia y del libro Ciencia y Salud. También oramos juntos. Después de eso llamé por teléfono a un practicista de la Christian Science, quien me dijo que vivo en el manantial de la vida. Entonces pensé: "Soy el hijo de Dios y no hay ningún lugar donde pueda tener algo malo". Por la noche me di cuenta de que ya me sentía bien. Entonces Kai y yo fuimos en auto hasta la granja para encontrarnos con el resto del grupo.
Al día siguiente, regresamos caminando a nuestro campamento. Durante el trayecto nos detuvimos en una piscina. Yo me sentía tan bien que pude saltar del trampolín de tres metros de altura.
Esslingen, Alemania
Ya no me duele la garganta
Un domingo por la mañana de pronto me empezó a doler la garganta. Le conté a mi maestra de la Escuela Dominical y ella me dio un copia del Salmo 23 para que me llevara a casa. Mi mamá me leyó el salmo. Luego yo lo leí sola dos veces y pensé en lo que había leído. Entonces me di cuenta de que Dios es Amor y que con Él sólo puede haber amor. Dios no podía haber creado ninguna garganta dolorida. Y seguí orando de ese modo.
Por la noche la garganta ya no me dolía. Estaba sana.
Overath, Alemania
Dejé de mentir
Un día como siempre fui al colegio, pero tuve un gran problema, se me perdió un cuaderno. Mi profesora de español me llamó y me preguntó: "Christian, ¿dónde está tu cuaderno?" Y para que no me dieran una nota para mis padres, le dije que se me habían acabado las hojas.
Y desde entonces empecé a mentir. Buscaba cualquier excusa para ir a la enfermería y no tener que asistir a la clase de español. Esto ocurrió muchas veces. No me gustaba cómo nos hablaba y cómo nos trataba la maestra, pensaba que ella era muy brava con nosotros.
Ocurrió que siempre que iba a la enfermería le mandaban una nota a mi mamá. Por eso ella comenzó a preguntarse qué estaba ocurriendo. Entonces le conté lo que pasaba con mi maestra.
Mi mamá me explicó que lo mejor es decir siempre la verdad. Según entendí, ella me dijo que las mentiras son como flechas mentales, y lo que yo necesitaba hacer era protegerme con buenos pensamientos. Eso se afianzó mucho en mi mente y lo puse en práctica, lo tuve muy en cuenta. Y de inmediato supe lo que me pasaba. Yo mentía por miedo a que me castigaran y que la maestra no me permitiera participar en las actividades con los otros chicos.
Entonces decidí ponerme en guardia contra los pensamientos que me querían hacer mentir, y dejé de hacerlo. Estoy contento de que las cosas en la escuela están normales como siempre. Ahora también me cae mejor la maestra.
Bogotá, Colombia
Mi mano sanó pronto
Un día fuimos de paseo con mi familia, y cuando llegamos a la plaza me puse a jugar en la resbaladera. Subía y bajaba, subía y bajaba, una y otra vez, hasta que en una de esas bajadas caí mal y me hico una herida en la mano. Mi mamá me vendó la herida. Oramos y hablamos del amor de Dios por mí.
Pero al día siguiente tenía toda la mano hinchada. Entonces mi mamá y yo nos pusimos a orar. Yo pensaba mucho en Dios y en lo bueno que es. Oraba con el Padre Nuestro todos los días, porque dice que Dios es mi Padre y es muy poderoso.
Después de unos días la mano se sanó, y pude usarla para escribir y hacer muchas cosas otra vez.
Dios me quiere porque soy Su hija, y me sana.
Lima, Perú
En la página 39 encontrarás unas Guías para escribir para Mi Heraldo, nuestra revista para niños.
