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Lluvia a ambos lados de la montaña

Del número de febrero de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La comunidad expresaba Mucha preocupación por la Gran sequía. No Sólo Porque el Agua Era Racionada, Sino Porque En La Montaña, A Cuyas Faldas Se Extiende Nuestra ciudad, Caracas, Aparecían Incendios con Mucha Frecuencia. No Hay Caraqueño Que No Ame El Ávila Por Su Majestad Y La Belleza De Su Vegetación. Oía A Muchos Decir Que Estaban Orando Para Que Dios Hiciera Llover.

Yo en vez de pedir, afirmaba continuamente Su bondad y cuidado por Su creación. Estaba convencida de que Dios no tardaría en manifestar Su bondad. Lo que ocurre es que yo ya había aprendido una lección sobre el amor de Dios por Sus hijos, y su habilidad para responder a las necesidades de éstos.

Hace un tiempo me visitó la dueña de una hacienda y me expresó su gran preocupación por la falta de lluvia. Me explicó que su propiedad estaba separada de otra por una montaña no muy alta, y cuando llegaban las nubes se detenían en la cima de la montaña y esto impedía que lloviera en su hacienda. Como resultado mientras las tierras de su vecino estaban regadas, las suyas estaban secas.

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