"Lo siento", me dijo mi jefe, "pero eliminaron tu puesto".
¿Lo siento? Yo no lo lamentaba. Hacía años que venía haciendo el mismo tipo de trabajo, y estaba lista para un cambio. No veía el momento de poder salir a buscar un puesto que realmente me gustara. No obstante, después de varias entrevistas, descubrí que eso no era tan fácil. De hecho, temía que tuviera que conformarme con cualquier trabajo con el que pudiera pagar el alquiler.
Un día, mientras estudiaba la Biblia, encontré un versículo de Proverbios (18:16) que me sorprendió: "La dádiva del hombre le ensancha el camino y le lleva delante de los grandes". Seguramente, pensé, ésta es la promesa que me hace Dios de que mis dádivas (mis talentos e intereses) encontrarán un lugar (empleo) para mí. Tenía mucho sentido que Dios, quien me había otorgado dichos talentos, me encontrara el mejor lugar donde destacarme con ellos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!