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Supera sus problemas económicos

Del número de febrero de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Luego de una separación matrimonial, mis hijos adolescentes y yo nos vimos frente a una situación económica muy difícil, incluso el desalojo de la vivienda que alquilábamos. Esto me obligó a buscar trabajo.

Si bien yo era enfermera universitaria, por mi edad se me hacía muy arduo el ingreso a una institución médica. Por otra parte, tenía la convicción de que ésa no era la actividad para esta etapa de mi vida. Razonando qué otra cosa sabía hacer, sólo venían a mi pensamiento mis actividades como mamá y administradora de un hogar, pero yo estaba orando para ver la solución que, estaba segura, Dios tendría para mis problemas.

Un día, recibí una llamada de una amiga que me preguntó si estaba dispuesta a trabajar en una fundación sin fines de lucro que tenía a su cargo un hogar de ancianos. Le respondí afirmativamente y concurrí a la entrevista con la comisión administrativa de dicho hogar con mi título universitario, pero para sorpresa mía, a los integrantes de esta comisión no les interesó demasiado mi profesión. Ellos buscaban una ecónoma que reuniera condiciones de mamá y amiga y a quien los ancianos residentes pudieran contar sus problemas, y consideraron la circunstancia de que fuera enfermera como un hecho que podría ser útil pero no fundamental. En este hogar trabajé durante tres años en una etapa que fue de desarrollo para mí.

En cuanto al tema de la vivienda, mi oración se basó en la búsqueda del significado de hogar y lugar verdaderos.

La Sra. Eddy escribió en Ciencia y Salud una interpretación espiritual del Salmo 23 que expresa en parte: "Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida y en la casa [la conciencia] del [Amor] moraré por largos días" (pág. 578). Yo tenía que adquirir esa conciencia del amor de Dios, mi hogar espiritual verdadero, para poder ver la realidad armoniosa evidenciarse en mi experiencia como ya me había sucedido tantas veces.

Dios tendría la solución a mis problemas.

Así que busqué referencias en los escritos de la Sra. Eddy, en la Biblia y en nuestro himnario. Mientras tanto, pedí una prórroga al dueño del apartamento donde vivíamos y me otorgó dos meses más de plazo. En mi oración, yo afirmaba que el Padre disponía de un lugar adecuado para mis cuatro hijos y para mí, y que no olvidaría a nuestras dos mascotas, una perra y una gata a las que mucho amábamos. Esa confianza en la protección del Padre, me capacitó para percibir su bondad infinita manifestada de una manera práctica. Inesperadamente, surgió un apartamento antiguo, amplio, que contaba con un patio grande y que estaba a la venta. Concurrí a hablar con el intermediario y luego de una negociación en la que le expliqué con absoluta sinceridad con qué dinero contaba, el dueño accedió a rebajar el precio casi en una cuarta parte y además, me otorgó facilidades para el pago. Al mismo tiempo, una de mis hijas recibió un dinero inesperado que fue utilizado en los arreglos necesarios para mudarnos a nuestro nuevo hogar.

Cuánta gratitud siento cuando miro en retrospectiva y veo en toda esta experiencia la guía, protección y gobierno amorosos de nuestro Padre-Madre Dios.


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