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Con paciencia y fortaleza espiritual

El Heraldo en alemán conversó con la Sra. van Duijne a quien el amor por los niños la impulsó a dedicar su vida a cuidar de ellos.

Del número de febrero de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Sra. van Duijne, usted ha cuidado muchos niños a lo largo de su vida. Tengo entendido que tiene hijos propios y adoptados.

Criamos cuatro hijos propios y un total de 11 niños adoptivos, pero no todos al mismo tiempo. Comenzamos cuando nuestros hijos tenían 1 y 3 años de edad. En aquella época recibimos a un niños en tránsito de 4 años, quien finalmente se quedó con nosotros toda su juventud. En cierto momento, quise tener más niños a mi cuidado, entonces alquilamos una casa más grande para ese propósito. Después de eso, siempre tuvimos cinco chicos adoptivos al mismo tiempo. Y dos de nuestros propios hijos estaban todavía en casa con nosotros. Hoy en día, a veces pienso: "¿Cómo hice para realizar todo eso?"

Algunos se quedaron toda su juventud con nosotros. Mientras que otros permanecieron un par de años y luego pudieron regresar con sus padres o ser independientes.

Usted debe amar mucho a los niños para hacer algo así. ¿Qué la impulsaba a hacerlo?

Sucedió que cuando estaba estudiando hice una pasantía en hogares de tránsito. Y ya en aquel entonces yo quería tener hijos adoptivos. Veía la diferencia que había entre la felicidad que yo tenía con mi propia familia y los hogares de tránsito, donde los niños tienen que compartir todo y muchas veces cambiar de padres sustitutos. Cada niño tiene el derecho a tener una vida familiar normal. Pero en los Países Bajos no hay suficientes hogares de tránsito.

Yo sé que usted encuentra mucha fortaleza en su fe, y es muy probable que consulte con Dios cada vez que tiene que tomar una decisión. ¿Qué papel cumple esto en su vida?

Juega un papel muy importante para mí, como lo era para mi esposo ya fallecido. Conocí la Christian Science cuando tenía 19 años, después de que mi esposo, con quien en aquella época estaba comprometida, cayó gravemente enfermo. Él sanó instantáneamente lo cual nos convenció del poder de Dios y de Su habilidad para sanarnos y guiarnos. Esto también se transformó en la fortaleza que apoyaba a nuestra familia sustituta. Cuando recibíamos un pedido para que cuidáramos de un niño, siempre orábamos antes de dar nuestra respuesta final.

¿De qué sanó su prometido?

Tenía muy fuertes dolores y mostraba síntomas de parálisis. Los médicos no podían determinar cuál era el problema. Una noche le dieron varias inyecciones de morfina para que pudiera dormir. Sucedió que en aquel entonces, mi padre trabajaba en la policía y encontró una revista en la sala de espera de la comisaría. Era El Heraldo de la Ciencia Cristiana en alemán. Mi novio comenzó a leerlo. Me pidió que llamara a una practicista para que lo ayudara mediante la oración. Ella vino de inmediato a verlo, y él sanó esa misma noche. Al día siguiente, fue caminando a la casa de mis padres, después de haber estado postrado en cama tres meses.

La Christian Science ha sido una fortaleza maravillosa para nosotros y todavía lo sigue siendo.

Ya es bastante difícil cuidar de los propios hijos, y ¡usted tenía además 11 hijos adoptivos! Puede darnos un ejemplo de cómo esta fortaleza la ayudó a cuidar de todos esos niños?

No puedo negar que en ocasiones fue muy difícil. Necesitaba tener muchísima paciencia, y era increíble la fortaleza que me daba mi religión. Todos somos hijos de Dios, y estamos bajo Su cuidado.

Estos niños provenían de situaciones familiares muy difíciles. A menudo venían de padres divorciados, así como de clínicas psiquiátricas. Necesitaba tener mucha paciencia, comprensión y confianza para enfrentar eso. Tenía que saber con certeza que todos estaban en manos de Dios.

Por ejemplo, tuvimos un hijo adoptivo que había estado mucho tiempo en el hospital antes de venir a vivir con nosotros. Debido a eso estaba también atrasado en la escuela. Mi esposo y yo oramos por esto y leímos Ciencia y Salud en busca de inspiración. En cierto momento, el niño tuvo que regresar al hospital para que le hicieran una operación. Pero muy pronto después que lo dejé, me llamaron para decirme que me lo podía llevar a casa porque la intervención ya no era necesaria.

¿Cuál era su relación con los padres biológicos de los niños?

En los años cincuenta no se recomendaba que se hablara con los padres biológicos. Pero muy pronto descubrimos que el niño es muy leal a sus propios padres. Más adelante, comenzamos a tener tanto contacto como era posible con los padres. Y nunca los juzgamos.

¿Qué les aconsejaría a los padres que están considerando cuidar o adoptar niños?

Lo más importante es brindar al niño seguridad y confianza. Es necesario reconocer las características propias del niño. Uno tiene que respetar la individualidad de cada uno, ya sean sus propios hijos o los de otra persona.

¿Acaso sus propios hijos sentían que había una base divina para el amor y la fortaleza que usted y su esposo les brindaban?

Yo pienso que sí. Ellos cumplieron su parte en establecer esa base. Les hablábamos con frecuencia a nuestros propios hijos sobre eso, especialmente cuando llegaba un nuevo niño en tránsito. Ellos siempre nos apoyaron, aunque a veces les resultaba difícil, porque también estábamos ocupados con los otros pequeños.

¿Tiene usted todavía contacto con sus hijos adoptivos del pasado?

No con todos ellos. No obstante, hay hijos con los que estoy en contacto y que han adoptado nuestro apellido por iniciativa propia.

¿Cómo ve usted el papel que tendrán la oración y la espiritualidad en el futuro para garantizar que haya justicia para los niños?

Es imperioso orar por estos niños — los miles, que son obligados a trabajar, que están prostituidos, que son soldados. Sí, necesitamos orar por ellos. Los niños tienen un lugar especial en mi corazón, por lo tanto, mis oraciones son instintivamente por ellos.

¿Piensa que el mundo está preparado para tomar el camino de la oración como un medio para ayudar a los niños?

Es una pregunta difícil. Pienso que en general el interés en la espiritualidad es cada vez mayor. Hubo un período en el que se pensaba "Dios está muerto". Pero creo que eso ha dado un vuelco notable. Cada vez más personas están encontrando que la oración tiene un poder enorme para lograr el bien en el mundo.

Entonces, ¿hay esperanza para los niños también?

Sí, pienso que sí. Es evidente en la manera en que la gente responde cuando les pasa algo negativo a los niños y sale en las noticias. Creo firmemente que hay un lugar muy especial para los niños en el corazón de todos.

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