Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Artículo de portada

Por amor a los niños

El Heraldo conversó con la Sra. Castelnoble durante su visita a Estados Unidos. Hace más de veinte años que Soledad ayuda a niños discapacitados.

Del número de febrero de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Siempre tuve un afecto muy especial por los niños; de hecho, yo tengo seis propios. Pero hubo una época en la que no podía prestarles a mis hijos la atención debida porque sufría de un estado depresivo muy grave, y los medicamentos que tomaba no me daban resultado alguno. Fue en aquella época cuando conocí la Christian Science y mi vida cambió por completo. Sucedió que mi hijo mayor un día le contó lo que me ocurría a su supervisora en el trabajo y le dijo que tenía miedo de que yo cometiera una locura. Ella entonces le dio un Heraldo para que yo leyera. Cuando lo empecé a leer fue como si una luz comenzara a surgir dentro de mí, y me dio esperanza. Esto ocurrió hace más de veinte años.

El estudio de la Christian Science no sólo me sanó de la depresión, sino que me permitió cumplir el sueño de mi vida. Mi papá se crió en uno de los hogares del INAME (Instituto Nacional del Menor) en tiempos del antiguo Consejo del Niño, y yo siempre tuve la idea de cuidar niños discapacitados.

¿Cómo surgió "Los Gauchitos"?

Sucedió que mi mamá era cuidadora del INAME y le habían dado la custodia de un bebé. Pero como ella ya era de edad avanzada y no lo podía cuidar, yo, que ya tenía seis hijos, lo atendía por ella. Finalmente me nombraron cuidadora a mí también.

Empecé atendiendo bebés recién nacidos que estaban para adopción. Y cinco años después, mi esposo y yo formamos la organización "Los Gauchitos". Primero tuvimos un hogar, luego abrimos la escuela, y ha sido tanta la necesidad, que hoy tenemos tres hogares, en propiedades alquiladas. En un tiempo llegamos a tener casi ochenta chicos.

Todos son niños discapacitados, con un diagnóstico de capacidad intelectual disminuida. Como casi todos ellos son abandonados y no conocen a su familia biológica, a mi esposo y a mí nos llaman papá y mamá, y mis hijos son sus hermanos.

¿Se ha efectuado alguna curación mediante la oración?

Estamos bajo el mandato del INAME y este instituto dispone que los niños reciban asistencia médica. Por otro lado, nosotros tratamos de mantener nuestro pensamiento enfocado en Dios todo el tiempo.

Tratamos de mantener nuestro pensamiento enfocado en Dios todo el tiempo.

Por ejemplo, hace años me entregaron un bebé que tenía sífilis. Los médicos dijeron que no sobreviviría y que tendría graves problemas de visión y audición. Sin embargo, a medida que oramos y lo vimos realmente como él es, el hijo perfecto de Dios, esos diagnósticos nunca se cumplieron. Hoy estudia en un centro de capacitación donde también trabaja para aprender el oficio de cocinero y atiende la cafetería.

La última curación que tuvimos fue la de una chica con problemas psiquiátricos, quien estuvo un año con nosotros porque su mamá había enfermado y ya no podía atenderla. Sucedió que acababa de tomar la merienda y de pronto, en un descuido, pasó por la cocina y se metió tres pedazos de pastel en la boca, se los empujó con los dedos y se ahogó, y cayó desplomada. Llegó al hospital casi muerta y la llevaron de inmediato a la sala de Terapia Intensiva; había tenido un paro cardiorrespiratorio. Aunque me decían que no sobreviviría yo estaba segura de que ella estaba a salvo. Gracias a Dios, Marita salió adelante y ahora está perfectamente bien.

En mi familia, cuando estamos en medio de una crisis recurrimos a la oración, pensando que Dios tiene a esos niños en Sus brazos y que por esa razón pueden superar cualquier situación difícil. Nos ha pasado con uno de los niños que sufría frecuentemente de convulsiones. Cuando lo llevábamos al hospital afirmábamos que él estaba en manos de Dios, y así pronto regresaba a casa. Ahora hace más de un año que no vuelve al hospital, y las convulsiones se han repetido sólo esporádicamente y no han sido graves.

¿Qué tipo de capacitación reciben?

Los niños están en la escuela-hogar de 9 a 18 h, junto con los que viven con nosotros. Allí se les da desayuno, almuerzo y merienda, y concurren a los talleres. Ellos pintan, estudian computación, aprenden confitería y a hacer manualidades en cerámica, madera y yeso. A los chicos también les gusta mucho hacer teatro. El año pasado realizaron una obra preciosa, "Pinocho". La presentamos en algunas escuelas y en varios teatros de Uruguay en forma benéfica.

¿Ha utilizado alguno de ellos la capacitación recibida?

Sí. Uno de ellos trabaja en una panadería, otro en una lavandería y otra en un taller de costura. También los más grandes enseñan computación a los más chicos. Por ejemplo, uno de ellos tenía dos meses cuando me lo trajeron. Hoy tiene diecisiete años y si hay que arreglar un enchufe él lo hace, también ayuda en computación y le gusta todo lo que sea electricidad.

¿Cómo colaboran tus hijos en todo esto?

Andrea, mi única hija, trabaja en los hogares desde los doce años. Marcelo, mi hijo menor, en un tiempo les enseñaba gimnasia, e Imperio, el mayor, les enseña, aún hoy, todo tipo de repostería. Mi hijo Fernando trabaja en la tarea de enfermería; Alejandro fue por mucho tiempo chofer y recreación de ellos. Mientras que Raúl también dedica horas para trabajar en la institución. Algunos de ellos hoy, desde lejos, siguen orando por nuestros niños. Siempre participaron en esta actividad y hemos formado una gran familia. Tenemos fotos hermosas en las que estamos todos juntos festejando la Navidad.

¿Cómo subvencionan la institución?

A los padres de chicos de muy bajos recursos que vienen a los talleres y no viven con nosotros, los ayuda el Banco de Previsión Social. Este banco nos da determinada suma por cada chico que recibimos. Los chicos del INAME, por ser discapacitados, están bajo su tutela hasta los veintiún años. Cuando cumplen dieciocho años hay que tratar el caso con un asistente social y tramitarles una pensión. No obstante, hay chicos que trabajan en el oficio que han aprendido y pueden mantenerse a sí mismos. Yo no impongo un límite de edad en mis hogares. En mi caso están conmigo todo el tiempo que sea necesario.

¿Recibes donaciones para mantenerlos?

Sí, claro. Aunque en mi país la situación económica es muy difícil, por medio de las donaciones salimos adelante. Lo que más necesitamos es ropa. Hace dos años, la Embajada de Estados Unidos nos donó un contenedor lleno de ropa.

Siempre estoy recibiendo chicos. Ahora acaban de llegar al hogar unos mellizos de siete años. Como al principio sienten el abandono materno, pienso adelantar mi viaje de regreso a Uruguay para estar con ellos.

¡Cuánto amor hay en ese corazón!

Siempre me gustó la tarea. Yo les brindo amor porque ellos me dan amor. Le doy gracias a Dios por haberme puesto en este camino y haber podido conocer la Christian Science.

Los Gauchitos.
Eduardo Raíz 1881,
Colón, 12500
Montevideo, Uruguay
Tel: (598) 2 — 323-9785
(598) 2 — 323-4180
E-mail = solecisnero@hotmail.com

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / febrero de 2004

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.