Ante las variantes económicas que parecen afectar nuestra vida, a veces con resultados lamentables, ¿somos acaso como peones indefensos en un tablero de ajedrez? Hace siglos, el profeta Hageo escribió sobre este sentido de indefensión: "Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto". Hageo 1:6.
Se puede decir que el profeta describía la vida actual y cotidiana del hombre, donde su lucha para mantener a su familia parece inútil ante la espiral inflacionaria, las contrataciones discriminatorias y la carencia de oportunidades de empleo. No obstante, él luego agrega, "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos... Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa". Hageo 1:7, 9.
La palabra "economía" viene de dos palabras griegas que combinadas significan "administración de la casa." Cuando nos sentimos como víctimas indefensas, es bueno el consejo del profeta de "meditar sobre nuestros caminos". ¿Moramos en nuestra "propia casa", aislados de Dios, la fuente del bien divino? Si la respuesta es positiva, entonces ponemos nuestra economía, el "manejo de nuestra casa," en manos de fuerzas externas, o del azar, fuera de nuestro control. Por otro lado, cuando aprendemos a morar en la casa de Dios, podemos confiar en Su administración, en la economía divina.
¿Cómo podemos morar en la casa de Dios mientras llevamos una vida activa manteniendo a nuestras familias y esperando oportunidades de empleo? Afirmar nuestra confianza mediante la oración individual que reconoce a Dios como el gran Dador de todo el bien, como la Mente infinita, nos coloca a salvo en la casa de Dios. Esta oración no ruega al Creador para que nos rescate del caos económico, sino que nos ayuda a oír lo que Él ya tiene para decirnos. Esta oración nos lleva a ver que no hay carencia ni derroche, porque es Dios quien gobierna, manteniendo el orden y el equilibrio en cada acontecimiento de nuestra vida.
Los cristianos tienen una oración en común que es el Padrenuestro. Cuando llegamos a la frase "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy", nadie piensa en pedir para beneficiarse a sí mismo y dejar que otros sufran de hambre. La verdad científica es que Dios nos da a todos nuestro pan de cada día y compartimos la distribución del bien, el cual es suficiente y abundante para satisfacernos.
Hace algunos años, un amigo mío se encontraba en una situación económica muy precaria. El sueldo no le alcanzaba para cubrir las necesidades de su familia. Esto le ocasionaba mucha preocupación y angustia, a la vez que lo llevaba a pensar en cambiar de empleo. Parecía que su jefe nunca quería hablar con él sobre el salario.
La oración eficaz no consiste en pedir, sino en escuchar a Dios.
Entonces, recurrió a Dios, reconociendo que la sustancia verdadera es espiritual, no material y que Él provee y satisface nuestras necesidades. "Me reconocí como hijo de Dios, como una idea espiritual con un propósito divino", me dijo. Al orar de esta manera se tranquilizó y su jefe en seguida le ofreció un sueldo mayor, y le pagó la diferencia de salario de los meses anteriores. Mi amigo pudo entender que Dios siempre responde a todas nuestras necesidades humanas. Esta verdad se aplica tanto al caso individual como al macroeconómico.
La economía de Dios anula las teorías humanas de oferta y demanda. Por ejemplo, la teoría económica postula que si las cosas son abundantes, tendrán poco valor, y que si tienen gran valor, no serán abundantes. Por eso el rubí vale mucho más que la arena. Sin embargo, la Biblia desafía esta clase de pensar cuando manifiesta: "¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena". Salmo 139:17, 18.
En la economía de Dios, Sus pensamientos son realidades sólidas. Esos pensamientos divinos, o sea los ángeles, nos traen la provisión, la motivación, la protección, y la inspiración que necesitamos.
Éstas son ideas profundamente espirituales sobre la economía. Niegan las teorías económicas convencionales, porque son a la vez preciosas y abundantes. Puesto que no hay escasez del bien divino, no hay nadie empobrecido. Todos compartimos la abundancia de estos ángeles. Recibirlos con gozo por medio de nuestras oraciones individuales, nos beneficiará a nosotros, a nuestra comunidad, a nuestro país y al mundo.
