“Soplan vientos de guerra,”
exclaman las noticias,
mas Dios no está en el viento.
La tierra entera tiembla
previendo la amenaza,
mas Dios no está en el sismo.
Las pasiones se inflaman
y encienden las hogueras
mas Dios no está en el fuego.
Tras el viento, los sismos,
y el ardor de las llamas,
un silbo delicado y apacible. 1 Reyes 19:12.
Ésa es la paz divina,
la que viene de lo alto y es suprema,
la que no cede su poder a nadie
porque no hay nadie
que se lo demande.
Por eso es que no temo
enfrentar lo que sea,
Dios es siempre el más fuerte,
y el único que reina
sobre cielos y tierra.
Así que aunque rugieran y tronaran
tempestades de guerra
yo sé muy bien que Dios, que es mi defensa,
no se somete a ellas.
Bajo Su amparo miro la tormenta
rendirse a Su presencia
y el apacible silbo delicado
oigo en toda su fuerza:
“No temas, hijo mío, estoy contigo,
sólo el Amor divino te gobierna”.
—
Montevideo, Uruguay
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