Hace unos cuantos años empecé a tener problemas de rigidez y dolor en las rodillas, y tenía dificultad para correr y caminar normalmente. Pero como esta dificultad se desarrolló paulatinamente y aparecía de vez en cuando, al principio pensé que simplemente podía seguir caminando y forzar mis rodillas para que se doblaran como debían hacerlo. Pronto descubrí que esto no era posible y que necesitaba sanar.
Después de muchos años de estudiar la Christian Science, naturalmente recurrí a la oración. Sabía que la curación se produciría cuando cambiara el pensamiento; cuando me viera como Dios me ve, perfecto y espiritual. Recordé una frase de Mary Baker Eddy que respaldaba esta conclusión. En Ciencia y Salud ella escribe: “El Científico Cristiano, comprendiendo de manera científica que todo es Mente, comienza a destruir el error con la causalidad mental, la verdad del ser. Ese correctivo es un alterante que llega a todas las partes del organismo humano. Según las Escrituras, sondea ‘las coyunturas y los tuétanos’, y restablece la armonía del hombre” (pág. 423).
También le pedí a un practicista de la Christian Science que orara conmigo. Él me indicó que orara para saber qué necesitaba cambiar en mi pensamiento, en lugar de estar atento a la situación física. Era evidente que necesitaba elevar mi autoestima, y reemplazar el pensamiento de carencia por un deseo de dar y de estar agradecido por el bien que ya tenía.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!