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Comenzar, razonar y terminar correctamente sana

Del número de julio de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 4 de junio de 2019 como original para la Web.


Cuando nos enfrentamos con la enfermedad y el dolor, hay dos puntos esenciales que se encuentran en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, el libro de texto de la Ciencia Cristiana escrito por Mary Baker Eddy, que ofrecen una guía muy útil a todo el que quiera practicar y experimentar la curación en la Ciencia Cristiana. He encontrado que estos dos puntos dan impulso a la oración en esta Ciencia, centrándola en Dios como infinito, todo, en lugar de en el problema, y llevando, por ende, a la curación. Los mismos se basan en la teología y el ministerio de curación de Cristo Jesús.     

Un punto esencial es el siguiente: “El fundamento de la discordia mortal es un sentido falso del origen del hombre. Empezar correctamente es terminar correctamente” (pág. 262). De modo que empezar correctamente es comenzar con un entendimiento del verdadero origen del hombre—de cada uno de nosotros—el cual es Dios. Cristo Jesús habló del hombre “nacido del Espíritu” (Juan: 6). Por otro lado, una perspectiva enfocada en la materia afirma que somos mortales imperfectos que se originan en otros mortales imperfectos, y que estamos todos integrados en la existencia material. Afortunadamente, nuestra intuición espiritual innata se rebela y dice: ¡Eso no es lo que somos! ¡Ese no es nuestro origen! La pretensión falsa es lo contrario de la verdad que presenta el primer capítulo del Génesis, de que el Espíritu, Dios, el bien, es el creador de todos nosotros y que Dios nos hizo a Su imagen y semejanza. En consecuencia, que el hombre está dotado por Dios de todas las buenas cualidades de su creador. 

A medida que cambiamos nuestro pensamiento de una base material a un origen totalmente espiritual, nuestras oraciones se alinean con las enseñanzas primordiales de la Biblia y sus numerosas declaraciones de la totalidad y absoluta bondad de Dios, y la unidad eterna del hombre con Dios como Su creación espiritual: lo que verdaderamente somos ahora y hemos sido siempre. Comprendemos espiritualmente que somos los hijos de Dios, saludables, íntegros y exentos de la creencia en el dolor y discordancia de todo tipo. El primer punto nos guía a comenzar con la única perspectiva genuina: el Dios perfecto es el origen del hombre perfecto. Esta identificación espiritual fundamental —qué somos y cuál es nuestro origen— muestra la falsedad del punto de vista material acerca de un hombre mortal enfermizo e imperfecto, disuelve ese enfoque y todo lo que se asocie con él, y abre el camino para que se produzca la curación. 

El segundo punto esencial es este: “Para razonar correctamente debiera haber un solo hecho ante el pensamiento, a saber, la existencia espiritual” (pág. 492). Podemos considerar esta declaración de esta forma: No admitas en el pensamiento ninguna creencia de que hay una pizca de existencia o presencia que no sea Dios y Su creación. Expulsa la duda. Sofoca el temor. ¡Confía en Dios! ¡Honra Su totalidad, omnipotencia y supremacía! Dios está presente en todos lados. Donde Él está, solo existe el bien. Todos tenemos la capacidad que Dios nos dio de razonar correctamente y escuchar Sus mensajes angelicales sobre la verdad. 

El razonamiento correcto podría ser algo así: Puesto que Dios está siempre presente, Él está continuamente con todos nosotros. Por lo tanto, por ser la creación espiritual de Dios, yo solo puedo estar consciente de Su sagrada presencia y poder. Soy Su idea espiritual, pura, perfecta, inmortal, ahora mismo. No estoy bajo la sujeción de la materia y el dolor; estoy incluida en la totalidad infinita del Espíritu donde solo la armonía y la paz reinan. Me gobierna la ley eterna de la salud, y esta ley de Dios aniquila la creencia en el dolor y la enfermedad. 

Comprendemos espiritualmente que somos los hijos de Dios, saludables, íntegros y exentos de la creencia en el dolor y discordancia de todo tipo.

Al razonar correctamente, tomamos conciencia de la realidad espiritual inquebrantable de la salud y armonía que está presente, y esto disuelve la ilusión de dolor en la materia. A medida que comprendemos, aunque sea un poco más claramente, nuestra verdadera y tierna relación con Dios como Su preciado y entrañablemente amado hijo espiritual —que vive con seguridad en Su universo espiritual, gobernado por Sus leyes únicamente y no por las llamadas leyes materiales— comenzamos a demostrar que Dios nos ha hecho libres de los problemas físicos.  

Estos dos puntos fundamentales —comenzar con Dios perfecto y razonar con los hechos de la existencia espiritual— están fuertemente arraigados en las enseñanzas y curaciones de Cristo Jesús. Él liberó a muchos de condiciones debilitantes, entre ellos, leprosos, una mujer con hemorragia y un paralítico cuyos amigos lo transportaban en un lecho. Su mensaje de “arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17) es tan relevante hoy como lo fue entonces. El mandato de arrepentirnos nos exige que permitamos que la Verdad divina cambie nuestra manera de pensar, nos aparte de una base material e insatisfactoria de la vida, a una comprensión espiritual y profundamente satisfactoria de la verdad de la existencia espiritual. Jesús nos aseguró que la armonía celestial —la cual incluye liberarnos de la enfermedad, el pecado e incluso la muerte— ya está presente. Para comenzar a experimentarla, tenemos que abrir nuestro pensamiento al Espíritu, Dios.

Empezar con Dios y razonar correctamente acerca de la verdad de Su creación sienta las bases para una curación eficaz. Aceptar y reconocer que Dios es nuestro origen, y que solo la existencia espiritual es real y permanente, expulsa la duda, el temor y el dolor. Al ser el reflejo puro de Dios, no incluimos nada desemejante a Él; ninguna imperfección ni deformidad ni impureza ni lesión, enfermedad o dolor. Dado que Dios, el bien infinito, es Todo, no hay lugar en ningún lado para algo desemejante a Él. El bien universal está por siempre a su máxima capacidad y no tiene lugar alguno para otra cosa que no sea Dios. A veces puede que necesitemos persistir e insistir en los hechos espirituales en nuestras oraciones, echando nuestro peso mental en la balanza del Espíritu, no en la de la materia. Y tal vez tengamos que ser más firmes al rechazar y negar el testimonio contrario pero falso de los sentidos físicos. 

Dios está presente en todos lados. Donde Él está, solo existe el bien. 

Tuve una modesta oportunidad de demostrar estas verdades espirituales en septiembre de 2017. Mi muñeca izquierda estaba débil y me había dolido constantemente durante varios días. No podía apoyarme en ella o levantar nada con esa mano. Como había tenido varias curaciones físicas en la Ciencia Cristiana, nuevamente opté por confiar en ella. 

Comencé correctamente, partiendo del punto de vista de Dios perfecto y hombre perfecto, creado y mantenido a Su imagen; razoné que yo ya era fuerte y saludable y no podía ser tentada a creer en un poder, mente o causa opuestos a Dios, el bien. Sabía que en la Ciencia divina lo único que hay realmente es la existencia espiritual, de manera que mi perfección inquebrantable, inalterable como reflejo de Dios estaba intacta.  

La dificultad persistía, pero así también mis oraciones. El clima más frío era una indicación de que debía volver a trabajar en el jardín con podadoras de gran potencia, y a cortar y a embolsar ramas de árboles. Al ver una considerable pila de ramas, razoné correctamente que la base de esta actividad era el Amor divino en acción. No la voluntad humana, sino la voluntad buena y amorosa de Dios estaba operando en mí, dándome el deseo, la fuerza y la capacidad para realizar esta tarea. 

¿No estaba expresando amor al liberar el jardín de un montón desagradable de ramas? ¿No era una alegría escuchar la dirección de Dios, hasta en las tareas más humildes? Nada podía interferir en la actividad apropiada o en el poder y la expresión del Amor divino. Como reflejo de Dios, yo tenía fuerza, agilidad, destreza, coordinación y dedicación para encarar este trabajo con seguridad. Versículos de la Biblia, himnos y declaraciones de Ciencia y Salud que sabía de memoria me hicieron compañía mientras trabajaba al aire libre, hora tras hora. Al enfocar la tarea con un amor centrado en Dios y confianza en el bien, apartaba el enfoque de la apariencia falsa de una muñeca débil y dolorosa. Esto era echar mi peso en la balanza del Espíritu, no en la de la materia.  

Unos pocos días después, terminé el trabajo y me di cuenta de que mi muñeca izquierda no me había molestado para nada, y ya no estaba dolorida y débil. El dolor había desaparecido y mi muñeca había recuperado totalmente su fuerza y capacidad para moverse. Al reflexionar sobre esta curación, pensé que el razonamiento correcto me había liberado para actuar correctamente, y yo había realizado con confianza la actividad apropiada. Me di cuenta de que, tan pronto comencé el proyecto del jardín, se había producido la curación. ¡Había comenzado correctamente con mi oración inicial, persistí en razonar correctamente y terminé correctamente!

Cuando nos vemos enfrentados con el dolor, las limitaciones físicas o cualquier creencia material discordante, podemos de inmediato utilizar estos dos puntos esenciales de la Ciencia Cristiana —comenzar correctamente y razonar correctamente— para acabar con la dificultad. Podemos empezar correctamente con nuestra identidad espiritual y origen verdaderos, reconociendo al Dios perfecto y al hombre perfecto. Las condiciones discordantes se desvanecen a medida que razonamos correctamente y tomamos consciencia de la verdad de la existencia espiritual como la única realidad del ser, ahora y para siempre. Entonces, por cierto que terminaremos correctamente: ¡sanos y libres de dolor!

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