Me encantaba el ráquetbol y lo jugaba cuatro o cinco veces por semana. Yo era competitivo y tenía grandes deseos de ganar. Sin embargo, durante un período de tiempo el codo se inflamó, me dolía mucho y todo mi brazo se debilitó gravemente. Como consecuencia, era doloroso jugar y difícil ser competitivo. Mis amigos en el vestuario me daban muchos consejos, a menudo contradictorios.
Después de un tiempo, me di cuenta de que estaba tratando lo que parecía ser el “codo de tenista” como un problema estrictamente físico. Como estudiante de la Biblia y las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, sabía que lo que parece ser físico no es la realidad, y presté atención para ver el hecho espiritual, más allá de lo físico. Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, lo explica así en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La metafísica resuelve las cosas en pensamientos, y cambia los objetos del sentido por las ideas del Alma.
“Estas ideas son perfectamente reales y tangibles para la consciencia espiritual, y tienen esta ventaja sobre los objetos y pensamientos del sentido material: son buenas y eternas” (pág. 269).
Empecé a orar, razonando que, como creación espiritual de Dios, incluyo y puedo expresar las cualidades de Dios completamente, de manera constante y sin esfuerzo. Sabía que las cualidades de fortaleza, flexibilidad, armonía y paz otorgadas por Dios son espirituales y no pueden ser dañadas, desgastadas o deterioradas.
Oré de esta forma varias veces al día durante unas pocas semanas. Si bien nada parecía cambiar físicamente, persistí, sabiendo que mi oración, basada en la realidad espiritual y verdadera, estaba actuando.
Un viernes, salí de la cancha de ráquetbol deprimido porque había jugado pésimamente y me dolía mucho el codo. Sin embargo, mientras caminaba de regreso a mi oficina, de repente sentí como si estuviera rodeado por una luz brillante, y en ese momento supe que estaba sano. Todavía me dolía el codo, pero lo olvidé durante el fin de semana. El lunes estaba jugando ráquetbol, y en la mitad del segundo partido me di cuenta de que no sentía dolor y que estaba golpeando la pelota con fuerza.
Jugué al ráquetbol por otros veinte años sin ninguna recurrencia del problema. Estoy realmente agradecido a la Sra. Eddy por compartir su descubrimiento de la Ciencia del Cristo, la revelación de Dios de la realidad espiritual de la vida.
Michael Hottenstein
State College, Pennsylvania, EE.UU.
