Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Dios satisface todas nuestras necesidades

Del número de julio de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 14 de mayo de 2019 como original para la Web.


La clave para responder a las necesidades humanas es comprender que la verdadera sustancia es espiritual y que Dios, el Amor divino, es la verdadera fuente de todo el bien que buscamos. Lo que sea que nos parezca faltar, podemos ver que cada necesidad es respondida al recurrir a Dios para alcanzar una comprensión más clara de Su constante y tierno cuidado por nosotros. Puesto que Dios es el Espíritu infinito, Él incluye todas las ideas correctas y está siempre expresando Su plenitud en todo aspecto de Su creación. Por lo tanto, en realidad, a ninguno de los hijos de Dios puede faltarle nada ni por un solo momento. Y es valioso comprender esto, especialmente cuando la escasez parece prevalecer tanto en nuestra vida. 

Estuve casada y trabajando durante muchos años, y siempre supe que Dios estaba cuidando de mí y de mis seres queridos. No obstante, hubo una época en que fui casi indigente. Mi esposo desapareció, usó al máximo las tarjetas de crédito que teníamos a nombre de los dos, y vendió una camioneta que yo todavía estaba pagando. Quedé emocionalmente agotada y económicamente desesperada. Mis padres me apoyaron mucho y me ayudaron a liquidar uno de los gastos más grandes. Yo sabía, sin embargo, que necesitaba ver más allá de esa ilusión de escasez, y oraba sinceramente para alcanzar una mayor comprensión de Dios como el bien ilimitado.

 Durante todo este período, me apoyé en lo que estaba aprendiendo al leer y estudiar la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana, que se encuentra cada semana en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Oraba para saber cuál debía ser mi próximo paso, y luego escuchaba para ver qué me inspiraba Dios a hacer. Esta última parte no siempre era fácil de cumplir, porque había muchas cuentas por pagar, y me sentía impaciente por encontrar una solución. Sin embargo, mis oraciones y mi estudio me estaban demostrando claramente que el sentido de escasez —ya sea de medios económicos, compañía, tiempo o cualquier otra cosa— es una creencia de limitación acerca de Dios y Su creación. Era tentada a creer la falsa pretensión de que Dios permitiría que cualquiera de Sus ideas careciera de lo que necesitaba.

Una declaración que hace Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras fue particularmente útil: “En la relación científica entre Dios y el hombre, encontramos que todo lo que bendice a uno bendice a todos, como lo mostró Jesús con los panes y los peces, por ser el Espíritu, no la materia, la fuente de provisión” (pág. 206). Esto me dio la certeza de que, en realidad, las ideas de Dios jamás necesitan competir unas con otras por nada, ni tampoco puede nadie tomar lo que le pertenece a otro. Dios lo bendice todo imparcialmente y sin límite.

Mis oraciones y mi estudio me estaban demostrando claramente que el sentido de escasez es una creencia de limitación acerca de Dios y Su creación.

También me animó mucho esta declaración de la Sra. Eddy en Escritos Misceláneos 1883–1896: “Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria. Nunca pidáis para el mañana; es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre presente; y si esperáis, jamás dudando, tendréis en todo momento todo lo que necesitéis” (pág. 307).

Muy pronto, apareció en un periódico un segundo trabajo que podía hacer de noche, y que me daría un poco de dinero extra para los gastos diarios. Esto me ayudó con la dificultad inmediata de pagar las cuentas, pero todavía me sentía insegura de cómo seguir adelante. Fue entonces que me encontré con este pasaje de otro de los libros de la Sra. Eddy, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea: “Tened por seguro que Aquél en quien residen toda vida, salud y santidad, suplirá todas vuestras necesidades de acuerdo con Sus riquezas en gloria” (pág. 186). Me encantó el sentimiento que transmitía la frase “tened por seguro”. Me hablaba de consuelo y tranquilizó la lucha que se libraba en mi pensamiento. 

Con el tiempo, las cosas se solucionaron, y pude seguir adelante apoyándome en Dios a cada paso del camino: pasé por un divorcio, cambié de nombre, conseguí un nuevo trabajo y me mudé más cerca de algunos miembros de mi familia. Mis relaciones con los demás, incluso con nuevos amigos en la iglesia, me ayudaron a mantener mi pensamiento inspirado con las ideas de Dios. Fue definitivamente un período de aprendizaje, y me sentí muy agradecida por saber que ¡no dependía de mí encontrar las respuestas! 

Muchos años después, cuando estaba pensando en jubilarme, supe que podía apoyarme en Dios en busca de guía para saber cuál sería el mejor momento para que esto ocurriera. En la Biblia hay muchos ejemplos inspiradores en que Dios responde a las necesidades. Cuando Moisés guió a los hijos de Israel fuera de Egipto y necesitaron comida, Dios les dio maná y codornices. Después de compartir la última comida que le quedaba con el profeta Elías, una viuda pobre encontró que sus reservas de comida y aceite fueron inmediatamente reabastecidas. Y, por supuesto, están los relatos cuando Jesús da gracias a Dios y luego alimenta a miles de personas con unos pocos panes y dos peces. 

Tenía confianza en que Dios respondería a mis necesidades también, y que cuando llegara el momento oportuno para que me jubilara, no me faltaría nada simplemente porque comenzaba un nuevo capítulo en mi vida. Dios, no un cheque de pago, es la verdadera e interminable fuente de provisión.

Hay un himno maravilloso de Laura Lee Randall cuya segunda estrofa dice: 

Él de antemano sabe bien 
   de mi necesidad; 
y a quien confía firme en Él, 
   las cosas buenas da. 
Cantamos hoy en Su loor, 
   con alabanzas mil, 
por la alta forma en que Su amor 
   nos viene a bendecir. 
(Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 342, trad. © CSBD)

Este himno promete que Dios nos proporcionará lo que necesitemos incluso antes de que se Lo pidamos. Y esto probó ser cierto en mi caso. Poco después de jubilarme, me llamaron de nuevo del lugar en donde había estado trabajando. Pude trabajar en un departamento que requería ayuda, y mis necesidades también fueron respondidas. Había aprendido mucho durante los 12 años que había trabajado allí, y me sentí feliz de poder quedarme un poco más de tiempo. Resultó que regresé dos veces en los siguientes dos años. Durante esa época recurrí a Dios como mi constante guía para cada paso que tuve que dar.

Finalmente, sentí que había llegado el momento correcto para retirarme de forma permanente. Aunque ya no tengo las entradas de un trabajo, no he tenido ninguna sensación de escasez este último año. Puesto que mi verdadero empleo siempre ha sido glorificar a Dios, ¡he descubierto que puedo hacer esto de muchas otras formas! Qué peso increíble se me quitó de los hombros hace muchos años cuando tuve grandes desafíos económicos. Por medio de la oración diligente y la confianza en Dios, fui abastecida de todo lo que necesitaba en el momento justo. Y esa evidencia de abundancia continúa hoy.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 2019

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.