Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Sana de dolor intestinal

Del número de julio de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 17 de mayo de 2019 como original para la Web.


Una mañana desperté con un dolor en la parte baja del abdomen. Lo ignoré por estar muy atareado ese día, esperando a que simplemente desapareciera por sí solo. Pero no fue así, y a la mañana siguiente supe que tenía que enfrentarlo con la oración sanadora. Como lo había hecho muchas veces, me di un tratamiento de la Ciencia Cristiana. Esto incluía afirmar que Dios es el único creador y que yo estoy creado a imagen de Dios, el Espíritu, lo que significa que soy espiritual y perfecto; esta profunda verdad del ser hace imposible que algo interfiera con la perfección o la salud de la creación de Dios.

Sin embargo, cuando el dolor no desapareció, sino que empeoró, golpearon a mi puerta mental una serie de sugestiones negativas, incluso escenarios aterradores de enfermedades mortales. Estaba un poco sorprendido, porque pensé que hacía un buen trabajo al no permitir que las imágenes y descripciones de enfermedades difundidas ampliamente se arraigaran en mi pensamiento.

Mientras intentaba orar, esos pensamientos atemorizantes de enfermedad se apoderaron de mí. Era como si mi oración estuviera siendo acosada, como si yo fuera un actor en escena tratando con un público grosero y agresivo que gritaba insultos. Para poder sanar, yo sabía que debía negarme a escuchar esas sugestiones agresivas.

Lo que me ayudó fue un pasaje de la Lección Bíblica de esa semana sobre el “Amor”, en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana: “Habite el amado del Señor en seguridad junto a aquel que le protege todo el día, y entre cuyos hombros mora” (Deuteronomio 33: 12, NTV). Esto me recordó cuando nadaba con mi papá siendo niño y él me llevaba sobre su espalda entre sus hombros. Tenía la sensación de estar en un lugar muy grande y seguro, donde nada podía dañarme. Este recuerdo me ayudó a comprender que Dios es mi Padre divino, que Él me ama y me cuida y vivo entre Sus hombros a salvo y protegido del mal.

Esta certeza me permitió rechazar esos escenarios negativos y sacarlos de mi pensamiento. Luego continué orando a lo largo del día para estar más consciente de la realidad de que soy una expresión espiritual y armoniosa de Dios, porque esta es la verdad del ser para todos. Cuando me acosté, lo único que quedaba en mi consciencia era el hecho real de mi unidad con el Amor divino; el dolor se había desvanecido, y nunca regresó.

Después de esta experiencia, fui guiado a un párrafo en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “Cuando silencias el testigo en contra de tu alegato, destruyes la evidencia, pues la enfermedad desaparece” (pág. 417).

Me di cuenta de que eso era exactamente lo que había sucedido: cuando silencié las sugestiones que trabajaban en contra de mi oración, los síntomas fueron destruidos y la enfermedad desapareció. Esa curación demostró que el problema, junto con la llamada evidencia, nunca fue más que un falso testimonio: un mentiroso, que simplemente tenía que ser silenciado por la Verdad.

Estoy muy agradecido a la Ciencia Cristiana por darnos la verdad del ser espiritual y armonioso. Cualquiera sea la mentira que intente engañarnos o asustarnos, la Verdad nos recuerda lo que es real y nos hace libres, como una persona inocente que encuentra justicia en la sala del tribunal. Una vez que la veracidad de nuestra inocencia y perfección es revelada, el veredicto es a favor de la salud y la libertad, ¡y el caso es desestimado!

Joel Magnes
Vancouver, Washington, EE.UU.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 2019

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.