Diane era una acosadora. La mayoría de los niños le tenían terror. Y ella me eligió a mí. Un día, durante la clase de gimnasia, se burló de mí y no paraba de darme golpecitos en la cabeza con una raqueta de tenis. No había forma de escapar de ella; me seguía a todas partes.
Cuando llegué a casa de la escuela ese día, fui a mi habitación y me puse a pensar en lo que estaba ocurriendo. Diane parecía una enemiga, pero yo había aprendido en mi clase de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que Jesús nos enseñó: “¡Amen a sus enemigos! Hagan bien a quienes los odian. Bendigan a quienes los maldicen. Oren por aquellos que los lastiman” (Lucas 6:27-28, NTV). Eso significaba amar a alguien que daba un poco de miedo, que actuaba como una enemiga. Pero ¿cómo se suponía que iba a hacer eso?
También aprendí en mi clase de la Escuela Dominical que, dado que Dios es Amor, Él no podía crear a Sus hijos para que fueran malos. Puesto que somos creados a imagen de Dios, del Amor, cada uno de nosotros es amoroso, amado, inteligente y bueno. Sabía que ver a alguien como el hijo amado de Dios, tal como es en realidad, podía sanar cualquier cosa.
Así que me comprometí a hacer eso. Sabía que Dios me ayudaría a ver algo más profundo que la intimidación y la maldad. Sabía que el Amor me ayudaría a amar a Diane de la misma forma en que el Amor la amaba a ella.
¿Y sabes lo que pasó? El miedo que sentía se fue y empecé a sentir amor por Diane. Sí, todavía estaba un poco inquieta cuando pensaba en verla al día siguiente. Pero sabía que iba a la escuela armada de amor y que Dios estaría conmigo, pasara lo que pasara.
A la mañana siguiente en la escuela, vi a Diane en el pasillo. Sonreí con una sonrisa genuina y dije: “¡Hola!” Y ... ¡eso fue todo! Diane decidió que éramos amigas. Y lo fuimos. Nos divertimos juntas el resto del año. Y también dejó de acosar a los otros niños.
Esta experiencia me enseñó acerca de la valentía espiritual que puede ayudarnos a cada uno de nosotros a ver al hijo de Dios justo donde alguien está actuando de forma poco amable. Jesús nos mostró que, con la ayuda de Dios, esto es posible. Y el resultado es la curación.