Mi horno de microondas se encuentra por encima de mi cabeza, así que una mañana, cuando estaba preparando la avena para el desayuno, no vi que el contenido había hervido y se había caído afuera del tazón. Al sacarlo del horno, se inclinó y el cereal caliente no solo me tocó la mano, sino que me la salpicó aún más. ¡Ay! Eso realmente me dolió.
Había tenido varias curaciones rápidas de quemaduras en la cocina por medio de la oración en la Ciencia Cristiana, así que no tenía miedo. Empecé a orar recordando ideas espirituales que me habían ayudado en el pasado. Pero entonces me vino el fastidioso pensamiento de que mi curación podía demorarse debido a una situación que me había enojado antes. Sin embargo, un pensamiento angelical me aseguró que Dios es bueno y que Él me ama. ¿Es que Dios me haría esperar a tener la curación hasta que yo resolviera el otro problema? Eso no tenía ningún sentido. La voluntad de Dios es salvarme, no castigarme.
Dios está siempre impartiendo el bien a Su creación espiritual. Me di cuenta de que no necesitaba esperar a experimentar el bien; simplemente necesitaba aceptar la verdad de que Dios responde a todas las necesidades humanas. Con esto, comencé a reenfocar mi oración, tomando una situación a la vez. Siempre encuentro consuelo en una declaración que hace Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, en su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Los accidentes son desconocidos para Dios, o la Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el sentido correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!