A veces el liderazgo viene en paquetes sorprendentes. Hay un libro muy famoso que hace una crónica de muchos y convincentes casos prácticos de gente ordinaria que surgió para hacer cosas extraordinarias. Por ejemplo, un refugiado con antecedentes criminales se enfrenta a un líder político poderoso y egoísta, y asegura la liberación de miles de personas esclavizadas por este líder. Un granjero moviliza a varios cientos de personas en su región para derribar a un brutal ejército invasor. Y una adolescente de una pequeña población rural da a luz a un niño que se transforma en maestro y activista inspirado, cuyo trabajo transforma la escena política y religiosa localmente y a nivel mundial.
Si todavía no lo han adivinado, este libro es la Biblia, y estos son los relatos de inesperados líderes, tales como Moisés, Gedeón, la Virgen María y especialmente Jesús. Ninguno de ellos buscó el puesto de liderazgo que asumieron, y tal vez este fue el verdadero secreto de su éxito. Ellos eran humildes, abnegados y estaban dispuestos a servir. Y lo que es más importante, tenían el pensamiento espiritualizado. Recurrían al Espíritu divino en busca de ideas y guía, y actuaban sin vacilar conforme a la inspiración que recibían. Y permitían que Dios asumiera primero el mando en sus propios corazones y mentes; como transparentes cristales que permiten que la luz de la sabiduría y el amor divinos brille a través de ellos.
“Yo ... con frecuencia me salgo de en medio del camino de Dios” es como la pensadora religiosa estadounidense y fundadora de la iglesia, Mary Baker Eddy, describió en una ocasión su forma de enfrentar la vida y el liderazgo, según dijo alguien que la conoció bien (We Knew Mary Baker Eddy, Expanded Edition, Vol. II, p. 531). Ella pasó de ser la hija de un granjero a transformarse en una reconocida autora, editora y sanadora única y excepcional —al practicar el método de curación de la Ciencia Cristiana que ella había descubierto— en una época en que las mujeres tenían muchísimos menos derechos u oportunidades de los que tienen hoy en día. En casi cada coyuntura de su vida, ella tomó decisiones que iban en contra de las prácticas y opiniones populares, no porque fuera personalmente audaz o ambiciosa, sino porque estaba constantemente dispuesta a hacer una pausa y escuchar las indicaciones de la inspiración divina.
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