Después de graduarme de la universidad con un título en educación, no busqué un empleo de maestro ni apliqué lo que había aprendido. Durante dos años estuve sin trabajo porque pasaba el tiempo saliendo con mis amigos y parientes, asistiendo a funciones sociales y bebiendo. A veces no regresaba a casa por varios días. Este estilo de vida parecía ser muy gratificante.
Aunque había comenzado a asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana en la universidad, cuando empecé a beber muy rara vez asistía a las clases.
Un día, se me ocurrió enviar una solicitud para entrar a la academia local de policía. Fui aceptado, a pesar de mi problema con la bebida, me gradué después del entrenamiento, y me uní a la fuerza policial. Sin embargo, dos años más tarde comencé a apostar, y mi adicción a la bebida empeoró. A veces descuidaba mi trabajo de policía. En aquella época, el placer en la materia era primordial para mí y no daba mucha importancia a mis deberes.
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