Muchas cámaras tienen lo que se llama enfoque automático. Cuando uno apunta la cámara sobre un objeto, la cámara automáticamente ajusta la imagen borrosa y la vuelve muy clara.
Así que, si miras una flor a través de las lentes de tu cámara y ves una imagen borrosa, nunca se te ocurriría cambiar la flor. Lo único que tienes que hacer es cambiar el enfoque.
De manera similar, cuando oras, puedes contar con Dios para cambiar la forma como ves las cosas. Dios es bueno, hizo todo bueno y mantiene todo bueno. Cuando pides a Dios que te ayude a ver esa bondad, la oración te brinda un cuadro claro de lo que está presente en realidad.
Por ejemplo, cuando estaba en la escuela primaria, mis amigos y yo construimos un fuerte con pedazos viejos de madera terciada que encontramos en el desierto. Queríamos probar si era fuerte, así que me metí adentro y mis amigos empezaron a arrojar piedras contra el fuerte. Después todo quedó en silencio, y miré para afuera para ver si habían terminado la prueba. Fue entonces que una roca que estaba todavía en el aire me golpeó en la frente.
Me dolía y estaba sangrando. Así que me dirigí a casa, y empecé a orar.
De lo que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, yo sabía que mi identidad —mi verdadera y real identidad— viene de Dios, el Espíritu. Al orar le pregunté a Dios: “¿Cómo es esta identidad real?” Mientras caminaba, me di cuenta de que Dios estaba ajustando el enfoque de todo, y me sentí amado. Podía sentir claramente, que Dios es absolutamente perfecto. Y esto es lo que Dios me dijo acerca de quién soy yo: existo como la imagen espiritual de Dios, siempre en perfecto enfoque. Me di cuenta de que no soy la imagen de un accidente. Siempre soy la imagen de Dios, así que debo expresar la maravillosa naturaleza y esencia de Dios.
Así como no necesitas cambiar la flor si ves una flor borrosa a través de tu cámara, cuando oras no necesitas tratar de mejorar la imagen perfecta de Dios. La imagen de Dios —ese eres tú— ya está intacta. Permitirle a Dios que te muestre esa imagen perfectamente clara y verdadera, hace toda la diferencia.
Cuando llegué a casa, mi mamá se preocupó al ver la sangre que tenía en la camisa. Pero después de lavarme, ella vio que la hemorragia había parado y la inflamación había casi desaparecido. Al día siguiente, estaba perfectamente bien.
Tú también eres siempre la imagen de Dios y únicamente de Dios, y nada puede cambiar eso. Y así como puedes depender del enfoque automático de tu cámara para aclarar tus fotografías, puedes depender de Dios para aclarar la forma en que te ves a ti mismo. Cuando ores, mantente abierto a que el poder y el amor de Dios cambien una sola cosa: tu perspectiva. Entonces, te vas a ver a ti mismo como Dios te ve. Y eso trae curación.