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EN LA CIENCIA CRISTIANA HAY UNA SOLA IGLESIA MADRE

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 23 de abril de 2018

Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 5 de diciembre de 1908


Un diario del 30 de noviembre anuncia, basado en la información que según se dice fue recibida de Primera Iglesia de Cristo, Científico, de la ciudad de Nueva York, que: “Se ha propuesto tener un edificio de iglesia, que compita en belleza arquitectónica con cualquier otra estructura religiosa de los Estados Unidos... Se sabe que la Sra. Eddy está profundamente complacida ante esta nueva evidencia del crecimiento y la prosperidad de la religión de la cual ella es Fundadora... Anoche se supo que los Científicos Cristianos de aquí han aspirado construir otro edificio más espléndido, desde que los Científicos Cristianos de Boston construyeron la Iglesia Madre cuyo costo fue US$2.000.000”.

Respecto a estas nuevas noticias, debe decirse que no se sabía que la Sra. Eddy “estuviera profundamente complacida” con lo que parecen ser los planos de Primera Iglesia de Cristo, Científico, de la ciudad de Nueva York, puesto que se enteró por primera vez de esta propuesta rival de La Iglesia Madre, a través de la prensa.

Tres hechos destacados siguen siendo inmortales en la historia de la Ciencia Cristiana, a saber:

  1. Esta Ciencia ya está establecida, y tiene el apoyo de todos los verdaderos Científicos Cristianos de todo el mundo.
  2. Toda competencia o toda rivalidad en la Ciencia Cristiana es anormal, y se pondrá al descubierto y se desacreditará a sí misma.
  3. Todo intento de rivalidad o superioridad en la Ciencia Cristiana es anticristiano; por lo tanto, no es científico. El gran Maestro dijo: “Como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros”.

Los Científicos Cristianos atentos están profundamente agradecidos a su amada Guía, la Sra. Eddy, porque en su previsora sabiduría ha ordenado La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts, EUA, ya famosa por haber originado reformas, como La Iglesia Madre de la Ciencia Cristiana, y todas las otras iglesias de la denominación como ramas de la Vid paterna. El Manual de la Iglesia dice: “En su relación con las otras iglesias de la Ciencia Cristiana, en sus Estatutos y gobierno propio, La Iglesia Madre es única; ocupa un puesto que ninguna otra iglesia puede ocupar” (Artículo XXIII, Sec. 3). Es un hecho de observación general que en la proporción en que las iglesias filiales se adhieren lealmente a La Iglesia Madre, y obedecen implícitamente sus Estatutos, producen abundantes frutos al sanar a los enfermos y a los pecadores.

En muchas de nuestras grandes ciudades, cuando una congregación ha crecido de tal manera que ya no cabe en su edificio de iglesia, se organizan otras iglesias filiales y se construyen nuevos edificios para acomodar al creciente número de personas; pero cada nueva filial al mismo tiempo se transforma en una iglesia individual, y está inmediatamente conectada con La Iglesia Madre, de manera que las organizaciones más recientes están tan directamente vinculadas a la Vid paterna como cualesquiera de las filiales más antiguas. Los miembros de cada nueva organización no están de ninguna manera conectados o afiliados con su iglesia anterior, excepto en los lazos de esa camaradería cristiana que debe caracterizar a los verdaderos seguidores del Maestro.

El movimiento de la Ciencia Cristiana está de acuerdo con las palabras de Jesús: “El pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid”. Si una iglesia filial dependiera de una filial vecina para recibir entrenamiento y apoyo, esta acción tendería a cortar su conexión con La Iglesia Madre. La condición esencial para dar fruto es tener un vínculo total con la Vid paterna. Por otro lado, ninguna iglesia filial, por más grande que sea, tiene el privilegio de dirigir o supervisar a otra filial. Dicha acción violaría una regla fundamental de la Ciencia Cristiana. El Manual de la Iglesia declara: “Las iglesias filiales serán independientes entre sí” (Artículo XXIII, Sección 6). Hasta ahora las iglesias grandes han resistido la tentación de organizar o fomentar filiales propias, y cualquier falta por no adherirse estrictamente a esta regla sería apartarse seriamente de la práctica universal de la denominación y una flagrante violación a los Estatutos del Manual de La Iglesia Madre.

El Maestro dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.

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