Cuando me enteré del brote del coronavirus, no pensé mucho en ello. Unas semanas más tarde, inesperadamente, nos dieron una semana libre en la escuela, y al principio, yo estaba feliz. Me parecían otras vacaciones. Sin embargo, rápidamente me decepcioné, e incluso me asusté, al ver que cerraban mi escuela y el resto del país. Como mucha gente en todo el mundo, pasé de vivir mi vida normal a estar encerrado casi al instante y sin previo aviso.
Me sentía solo, confundido y temeroso por el futuro. ¿Tendría que ser clausurado permanentemente el negocio de mi padre al tener que estar cerrado durante demasiado tiempo? ¿Volvería la vida a la normalidad?
Era difícil mirar afuera y ver las calles vacías que alguna vez estuvieron llenas de gente. Para consolarme, empecé a pensar en algunas de las cosas que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Recordé algo que Jesús dijo: “No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). Y también pensé en pasajes bíblicos que nos animan a confiar en Dios, como este: “Confía en el Señor con todo tu corazón” (Proverbios 3:5, NTV). Para mí, confiar en Dios significa dejar a un lado todas mis preocupaciones y dejar que Él me cuide. Dios es Amor, así que Él realmente nos cuida en cada situación, y cuando reconocemos el cuidado del Amor divino, los temores comienzan a desaparecer.
Oré no solo para mí mismo, sino también por el negocio de mi padre y por el resto del país. Sabía por otras curaciones que he tenido que la oración siempre es útil, porque te muestra que la bondad de Dios está presente y es poderosa, sin importar cómo se vean las cosas en la superficie. A medida que oraba, me sentía más reconfortado, y también menos temeroso.
Cuanto más crecía mi confianza en Dios, más fácil me resultaba reconocer las señales de progreso en mi comunidad, incluida la reapertura del negocio de mi padre. No obstante, aunque estoy agradecido por las cosas buenas que han sucedido, aún no he terminado de orar. Me gusta leer el capítulo “Los frutos”, en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, para obtener inspiración para mis oraciones, porque está lleno de historias sobre cómo las personas fueron sanadas tan solo mediante la lectura de Ciencia y Salud. Algunas de ellas estaban enfrentando circunstancias muy desesperadas o difíciles, sin embargo, todas ellas encontraron curación. Sus experiencias me recuerdan que algunas situaciones requieren persistencia, pero Dios siempre está ahí para ayudarnos, para guiarnos hacia adelante y sanarnos.