Estaba leyendo en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, “El hogar es el lugar más querido en la tierra, y debiera ser el centro, aunque no el límite, de los afectos” (Mary Baker Eddy, pág. 58). Había estado orando para obtener un sentido más claro y espiritual del hogar mientras buscaba vivienda. Hice una lista de las cualidades —que considero cualidades espirituales— que debe tener un hogar, las cuales incluían paz, comodidad y refugio. Cuando estaba sola, me cantaba himnos a mí misma para mantener mi enfoque en lo divino, con palabras como, “… y la madre encuentra su hogar y descanso celestial” (Mary Baker Eddy, Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 207, según versión en inglés).
¡Entonces encontré la casa! Mi amiga se estaba mudando, y la hermosa casita que había estado alquilando era justo lo que yo quería.
Cuando hablé con el propietario, dijo que quería venderla. Me di cuenta de que, por primera vez en mi vida, podía comprar una casa. El propietario quería venderme la casa sin ponerla a la venta con un agente de bienes raíces. Dijo que si quería la casa, tenía que comprometerme a comprarla dándole un depósito grande en ese momento, y luego, una vez que hubiera obtenido una hipoteca, podríamos completar la transacción. Así que le di al propietario el depósito y encontré una compañía de préstamos.
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