Hace años, un día estaba realizando mis actividades cuando me di cuenta de que hacía mucho tiempo que no oraba. En general, la oración había sido una actividad que realizaba diariamente, aunque no en un momento determinado o sobre algo específico. Por lo general, me tomaba unos momentos cada día para pensar en Dios y Su bondad o simplemente para dar gracias.
Al principio, descarté la idea. Pero días más tarde, me vino de nuevo el mismo pensamiento, y me sentí impulsada a reanudar mi oración diaria. A veces oraba para ver progreso y curación con respecto a un problema mundial concreto o algo en mi propia vida, y otras oraba para comprender más acerca de la naturaleza espiritual de todos como creación de Dios.
Varias semanas después, estaba haciendo mandados en mi auto cuando mis ojos de repente se nublaron y comenzaron a picarme. A mi derecha había un estacionamiento que conocía, así que pude entrar con seguridad y estacionar el auto.
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