En el invierno de 2021-2022, me comenzó a doler la rodilla derecha cada vez más con cada día que pasaba y se hinchó, de modo que solo podía doblarla con mucho dolor.
Sintiendo que estaba a merced de la situación, decidí contactar a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara mediante la oración. Lo primero que me dijo el practicista fue que no nos inclinamos ante un dios falso —una sugestión mental de discordia— sino más bien ante lo que Dios, el Amor divino, sabe. Con este aliento, me aferré al hecho de que toda sensación y movimiento emanan de Dios. No es que Dios mueva mis miembros u órganos o los mantenga en funcionamiento, sino que Él gobierna todas las funciones que me caracterizan por ser Su amada idea espiritual. Estas funciones representan cualidades tales como flexibilidad, elasticidad y estabilidad. Empecé a comprender que el dolor no tiene nada que ver conmigo.
Cuanto menos me enfocaba en la sensación, o sugestión, de una rodilla dolorida e hinchada, y cuanto más expandía mi visión espiritualmente, más claramente reconocía que el universo no está fragmentado, es decir, no consiste en individuos en conflicto o materia sobrecargada e inflamada. Más bien, es un sistema completo de ideas que funcionan en pacífica relación unas con otras, gobernadas por la armonía.
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