Hace unos meses, mientras manejaba mi camioneta en la ciudad, me quedé atascada en un embotellamiento de tránsito. Esto fue en Bogotá, Colombia, donde vivo. Había estado sintiéndome muy feliz porque días antes había llevado mi camioneta a mi mecánico para realizar un mantenimiento preventivo y cierto trabajo de pintura. Cuando me devolvió la camioneta, parecía nueva.
Mientras esperaba que se moviera el tránsito, de pronto sentí un golpe atrás. Miré por el retrovisor y vi a una mujer que hacía uso de su celular. Inmediatamente, pensé en la Regla de Oro que nos dio Jesús, en la Biblia: “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12).
Esto fue útil porque en el pasado, había visto a la gente reaccionar negativamente en situaciones como estas, de maneras que a mí no me gustaría ser tratada. Así que no dejé que ninguna falsa emoción de ira o agitación me influenciara. Sabía que Dios, la Mente divina, nos estaba gobernando a las dos y que la mujer era hija de Dios, y expresaba muchas cualidades maravillosas que constituían su ser espiritual. Esto me ayudó a mantenerme en paz y serena, y no reaccioné.
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