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PARA JÓVENES

Nadar con total libertad

De El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Publicado en línea - 29 de enero de 2024


Estaba entrenando para dos campeonatos de natación y tenía un día de entrenamiento más duro de lo habitual. Recorrí todo lo largo de la piscina de cincuenta metros de mal humor. Estaba frustrada por un dolor de cabeza persistente, culpaba al calor agobiante por mi incomodidad y me molestaba que el traje de baño que había elegido retrasara mis tiempos de repetición.

Entonces una pregunta irrumpió en el parloteo negativo en mi cabeza: “¿Qué estás haciendo?”. 

Sabía que no debía permitir que pensamientos negativos arruinaran mi día. Como estudiante de la Ciencia Cristiana, he aprendido que siempre tenemos la opción de elegir qué pensamientos aceptamos y cuáles rechazamos. Dios, por ser totalmente bueno, nos da buenos pensamientos. Y a medida que aceptamos solo los pensamientos de Dios, podemos comenzar a dejar de creer en los pensamientos de dolor, frustración y negatividad general y prescindir de ellos. De acuerdo con Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, esto es lo que sucede cuando lo hacemos: “Mantén tu pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero, y los traerás a tu experiencia en la proporción en que ocupen tus pensamientos” (Mary Baker Eddy, pág. 261). Me di cuenta de que eso era lo que tenía que hacer. Necesitaba concentrarme en el bien. 

Pensé en que soy una expresión espiritual del Espíritu, Dios, y que esto significa que no soy susceptible a las leyes materiales ni a las limitaciones de ningún tipo. Solo las leyes divinas de salud y libertad gobiernan mi vida. Sentí el amor de Dios al afirmar que mis pensamientos y mi bienestar no podían ser perturbados por sentimientos negativos o por condiciones físicas como el calor o el traje de baño que llevaba puesto. 

Estas ideas inspiradoras me sacaron rápidamente de mi depresión. Mi forma de nadar se volvió más fluida y realmente disfruté la experiencia de la manera en que normalmente lo hago. La siguiente repetición que completé fue la más rápida que había nadado en todo el verano. Y me di cuenta de que el dolor en mi cabeza también había desaparecido.

Una vez que me concentré en la bondad de Dios y en lo que sé que es verdad acerca de mí, volví a vivir y a nadar con total libertad. 

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