En mi primer año de universidad, me enteré de algunos problemas importantes del mundo que realmente me perturbaron. Al sentir que había perdido toda esperanza, sufrí un colapso mental y amenacé con acabar con mi vida.
Durante los meses siguientes, estuve en varios hospitales y alojamientos diferentes. Me diagnosticaron trastorno bipolar y me recetaron diversos medicamentos para tratar los síntomas agresivos. Aunque a veces me exigían que tomara las pastillas, me resistía, porque no me gustaba cómo me hacían sentir.
Desde niño había asistido a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, así que también recurrí a la Ciencia Cristiana en busca de ayuda en varias ocasiones durante este período. Llamé a varios practicistas de la Ciencia Cristiana y todos fueron de gran ayuda. Pero no siempre era receptivo.
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